9 de diciembre
SANTA LEOCADIA,(*)
Virgen y Mártir
Cristo padeció por nosotros, dándonos
ejemplo,
a fin de que sigáis sus huellas.(1 Pedro, 2,21).
Santa Leocadia, hija de una de las casas más
ilustres de Toledo, fue condenada por el gobernador Daciano, en el reinado de
Diocleciano, a ser azotada porque era cristiana. Después de ello se la arrojó en
una prisión para todo el resto de sus días. Entró en ella diciendo que ese lugar
le sería más agradable que los palacios más bellos del mundo. Habiendo sabido
que la persecución duraba siempre, pidió a Dios morir. Su oración fue escuchada:
murió besando la cruz que había trazado en los muros de su prisión, hacia el año
304.
MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR DE JESUCRISTO
I. Para prepararte a la Natividad de Jesús,
debes pensar de vez en cuando en el amor que tuvo Él para nosotros. Su amor,
según dicho de San Bernardo, ha sido tierno, fuerte y sabio. Nos ha amado
tiernamente, se han conmovido sus entrañas a la vista de nuestras miserias; ¿le
pagas tú con la misma moneda? ¡Ah! ¡soy insensible para con Vos, Salvador mío;
os veo transido de frío en el pesebre, y mi corazón no se conmueve!
II. El amor de Jesús ha sido fuerte. Para
hacerme bien, soportó los suplicios más crueles, sufrió la muerte misma. Y yo,
mi Divino Jesús, yo os amo cuando nada hay que sufrir, pero ante la menor
dificultad ¡me niego! y sin embargo, ¿qué cosa hay más fácil que amaros? No todo
el mundo puede ayunar, velar o hacer limosna; pero todo el mundo puede amar a
Dios. Para esto no hay necesidad de ser sabio, de tener salud ni ingenio: basta
tener corazón. ¿Qué cosa más dulce que amar a un objeto infinitamente
amable?
III. Jesús nos ha amado sabiamente,
mostrándonos el camino del paraíso. Nos ha amado para la eternidad; así, no se
apena por procurarte las comodidades de esta vida. ¿Amas tú de este modo? Es
odiarse amar los placeres; es amar santa y sabiamente al cuerpo y al alma,
rehusarles los placeres criminales que deben hacerlos desgraciados para siempre.
Amas a tus riquezas, a tus padres, a tus amigos; amas todo lo que posees ¡Y
no sabes amarte a ti mismo! Sé tú más querido para ti mismo que tus bienes.
(San Euquerio).
El amor de Jesús Orad por vuestros amigos.
ORACIÓN
Señor, que la bienaventurada Leocadia virgen
y mártir, implore por nosotros vuestra misericordia, ella que siempre os fue
agradable por el mérito de su castidad y por su valor en confesar vuestro
Nombre. Por J C. N. S.
Amén.
|
Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed.
ICTION, BuenosAires, 1982)