CONMEMORACIÓN DEL BAUTISMO
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Estaba San Juan Bautista en las orillas del Jordán bautizando y exhortando a penitencia, cuando llegó
a él el Salvador del mundo, de treinta años de edad. Al acercarse al
Bautista, conoció éste, por luz sobrenatural, que el que venía a
pedirle el bautismo era el Mesías verdadero; y así, al ver al Salvador,
exclamó: Pues qué, Señor, ¿Vos venís a mí a ser bautizado, cuando
debo yo ser bautizado de Vos? El Señor le contestó que convenía
sujetarse a los decretos de la divina Sabiduría. Abrióse el Cielo y vio
San Juan que el Espíritu Santo bajaba sobre Jesucristo en figura de
paloma, y al mismo tiempo oyó una voz que decía: Este es mi Hijo
querido, en el que tengo Yo todas mis complacencias.
Bautizándose Jesús, nos
enseñó la necesidad del bautismo para todos, y además su humildad,
autorizó el bautismo del Bautista; el Espíritu Santo declaró la
divinidad del Salvador, y por último, santificó las aguas habilitándolas
para redimir los pecados.