22 de Junio
SAN PAULINO DE NOLA,(*)
Obispo y Confesor
Obispo y Confesor
El santísimo obispo de Nola san Paulino fue de nacionalidad francesa, nació de
padres muy nobles y ricos en la ciudad de Burdeos. Tuvo por maestro a Ausonio
Galo, excelente poeta y muy estimado en aquellos tiempos; llegado a la edad
competente, se casó con una señora muy principal llamada Terasia, y como todos
tenían en él puestos los ojos así por su sangre como por sus letras, riquezas y
loables costumbres, llegó a ser cónsul y prefecto de la ciudad de Roma. No tuvo
hijos de su mujer y así propusieron los dos esposos, tocados de Dios, vivir
como hermanos, y se vinieron a España y estuvieron algún tiempo en Barcelona,
donde por aclamación del pueblo, el obispo Lampio, contra la voluntad del
santo, que quería servir a la Iglesia de sacristán, le ordenó de sacerdote,
como el mismo santo lo refiere en sus escritos. Habiendo repartido a los pobres
todos sus bienes, se retiró con su esposa a un campo de la ciudad de Nola,
donde vivían en hábito y profesión de monjes; mas como ya la fama de sus
virtudes se hubiese extendido por toda aquélla tierra, en muriendo el obispo de
Nola, le compelieron a aceptar el gobierno de aquélla Iglesia, donde edificó a
todos no menos con sus admirables ejemplos que con su celestial doctrina.
Envióle a llamar el emperador Honorio para un concilio que se juntaba sobre
ciertos negocios tocantes a la quietud de la Iglesia, llamándole santo
y venerable padre y verdadero siervo de Dios. Cuando Alarico rey de
los Godos tomó a Roma y la saqueó, vino también a Nola y prendió al santo
obispo. Dice san Agustín, que entonces se alegró el santo de no ser atormentado
por el oro y la plata, porque todos sus tesoros tenía en el cielo; y habiendo
saqueado después los vándalos la iglesia, procuró san Paulino desentrañarse y
allegar lo que pudo para redimir a los cautivos. Y dice san Gregorio Papa, que
en esta sazón vino a san Paulino una pobre viuda a pedirle limosna para
rescatar un hijo que los vándalos se habían llevado a África, y estaba en poder
del yerno del rey. Le respondió el santo que ya no tenía cosa que darle, sino
a sí mismo, y en efecto pasó a África, y se entregó al yerno del rey a cambio
del hijo de aquélla viuda, haciendo todo el tiempo de su cautiverio oficio de
hortelano, hasta que el rey de los vándalos sabiendo que Paulino era obispo, le
mandó a su tierra cargado de dones y acompañado de los cautivos que pertenecían
a su obispado. Finalmente después de haber gobernado largos años como santísimo
pastor aquel rebaño de Cristo, fue consolado en su dichoso tránsito por los
gloriosos santos Jenaro y Martín, que se le aparecieron y acompañaron su santa
alma a los cielos.
REFLEXIÓN
En el libro inmortal que nos ha dejado san Paulino sobre las Delicias
de la antigua piedad cristiana, recomienda encarecidamente la caridad
y misericordia, que es el principal mandamiento de la Ley evangélica, y la
virtud que nos hace más semejantes al divino modelo Jesucristo. Por esta causa
no dudó el santo en venderse por esclavo a trueque de rescatar al hijo de
aquélla viuda. ¡Oh, si prendiese el fuego de la caridad de Cristo en todos los
corazones! ¿Habría por ventura en el mundo una sola familia menesterosa, un
solo enfermo, una sola viuda, un solo huérfano, un solo pobre, que no hallase
amparo y refugio bajo el manto de la caridad?
ORACIÓN
Concédenos, oh Dios omnipotente, que la venerable festividad de tu confesor y
pontífice san Paulino acreciente en nosotros la devoción y el deseo de nuestra
salvación eterna. Por J. C. N. S. Amén