4 de diciembre
SANTA BÁRBARA,
Virgen y Mártir
Imperando en Oriente Maximino, hubo en la ciudad de
Nicomedia un caballero noble y poderoso, llamado Pióscoro, hombre feroz y
muy
dado al culto de sus falsos dioses. Tenía una sola hija llamada Bárbara,
doncella de extremada belleza y de costumbres muy contrarias a las de su
padre;
el cual para apartarla de los ojos de los hombres que la codiciaban, y
porque
sospechó que estaba en comunicación con los cristianos la encerró en la
torre de una granja, donde había mucha comodidad. Holgóse la santa
doncella con este encerramiento, porque era amiga de soledad y quietud; y
fue tanto
lo que Dios obró en su alma en aquel retiro, que dando de mano a todos
los gustos de la carne, determinó Bárbara
consagrarle su pureza. Andando el tiempo, quísola su padre casar; mas
ella se
resistió, diciendo que ya tenía esposo y Esposo inmortal. No se puede
creer el
furor que cobró Dióscoro entendiendo que su hija Bárbara era cristiana.
Por
no perder la gracia del emperador, hízola prender y conducir al tribunal
de
Marciano, que era allí presidente, el cual con blandas palabras quiso
derribarla; y trocando la blandura y suavidad fingida en crueldad
verdadera,
mandóla desnudar y azotar con nervios de bueyes, y luego con un cilicio
fregar las heridas; con lo cual quedó su cuerpo manando por todas partes
arroyos de sangre. Echada: de nuevo
en la cárcel, le apareció su esposo, Jesucristo y la sanó y le dio
fuerzas para los
restantes combates. Otro día,
llevada a la segunda audiencia, viéndola el presidente del todo sana,
quedó
pasmado y de nuevo con halagos procuró inducirla a que adorase los
ídolos; mas
como respondiese ella con el valor que a
esposa de Cristo convenía,
mandó a los verdugos que descarnasen sus costados con peines de hierro, y
luego la abrasasen con
hachas encendidas, y con un martillo golpeasen su cabeza. Estaba
en estos tormentos la valerosa virgen, puestos en el cielo sus
ojos y el corazón, hablando,
dulcemente con su divino Esposo, pidiéndole favor y prometiéndole
fidelidad.
Adelantando la crueldad del tirano, hízole cortar los pechos y mandó que
la
sacasen a la vergüenza por las calles públicas de la ciudad, y que la
fuesen azotando para mayor vergüenza y
escarnio; pero el Señor,
la amparó y cubrió su cuerpo con una claridad maravillosa, con que no
pudo ser
vista de los ojos profanos. Volviéronla al tribunal, y el presidente la
mandó
al fin degollar. A todo este espectáculo había estado presente el
bárbaro
padre. ¡Quién lo creyera! y él fue quien con permiso del juez le dio
muerte por su mano. Vengó Dios tanta crueldad, porque al poco tiempo,
volviendo
el padre del monte a su casa, un rayo del cielo súbitamente le mató, y
le privó de la
vida temporal y eterna, y lo mismo
le aconteció al presidente Marciano. El cuerpo de santa Bárbara lo
recogió un varón religioso
y pío, llamado Valenciano, y entre, cánticos y salmos lo colocó
honoríficamente
En un lugar llamado Gelasio, donde el Señor por su intercesión obró
grandes
milagros.
REFLEXIÓN
Es la gloriosa virgen santa Bárbara
particular abogada contra los truenos y rayos, con los cuales parece que quiso
nuestro Señor castigar a su padre y al inicuo juez que la condenaron y mataron: y
así es muy piadosa costumbre
cuando estalla una gran tormenta, el santiguarse y pedir la protección de
Dios por la virtud de la santa Cruz y los méritos de santa Bárbara.
ORACIÓN
Oh Dios, que entre los otros prodigios de tu
poder ornaste al sexo débil con la palma del martirio; concédenos benigno,
que pues honramos el nacimiento de santa Bárbara, imitando sus ejemplos
subamos a la gloria. Oh Por J. C. N. S. Amén.