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Nada temáis a los que matan el cuerpo y
no pueden matar el alma: temed antes al que
puede arrojar alma y cuerpo en el infierno.(Jesucristo en San Mateo, 10,28).
no pueden matar el alma: temed antes al que
puede arrojar alma y cuerpo en el infierno.(Jesucristo en San Mateo, 10,28).
Era antigua costumbre en la Iglesia de
Occidente festejar el aniversario de la consagración del obispo. Era pues de
esperar que se conmemorase de algún modo, desde los primeros tiempos, la
entronización de San Pedro como obispo de Roma. Tal es el motivo de la
solemnidad de este día, que encontramos mencionada en los libros litúrgicos
desde fines del siglo VI.
MEDITACIÓN
SOBRE EL BUEN Y EL MAL TEMOR
I. No debes temer a los hombres, porque
no tienen poder alguno sobre tu alma. No pueden causarte en el cuerpo sino
dolores cortos y leves; y, no obstante, los temes más que a Dios. Nada
quisieras decir, ni hacer, que pudiese disgustar a un hombre poderoso; no te
atreverías a ejecutar algo inconveniente en presencia de un hombre honrado, y,
sin embargo, todos los días ofendes a Dios con tus palabras, con tus
pensamientos, con tus acciones. ¿Dónde está tu juicio? ¿Dónde tu fe?
II Temes los sufrimientos, las enfermedades, la pobreza, la
tristeza, y todos los males de esta vida. ¿Qué mal pueden causarte estas
aflicciones? Ellas te desapegan de las creaturas; rompen las cadenas de tu alma
al mortificar tu cuerpo; te acercan a tu patria celestial al hacerte sentir las
tristezas del exilio. ¡Ah! ¡no son estos sufrimientos, sino los de la otra vida
los que hay que temer!
III. ¡Temes la deshonra, la calumnia, las humillaciones y,
muy a menudo, para conservar una honra imaginaria ante los hombres, ofendes a
Dios! Desdichado, ¿no sabes que la verdadera honra se basa en la virtud? ¿Qué te
importa lo que los hombres piensen de ti, siempre que te estime Dios y te
premie? ¡Extraña ceguera! Témense las leyes humanas y se desprecia el
Evangelio como si las órdenes de Jesucristo no valiesen lo que valen los
decretos de los príncipes. (San Jerónimo).
Orad por el Papa
ORACIÓN
Oh Dios, que acordasteis
a vuestro bienaventurado Apóstol Pedro el poder de atar y desatar, concedednos,
por su intercesión, ser libertados de las cadenas de nuestras culpas. Por N. S.
J. C. Amén.
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