2 de Enero
SAN BASILIO MAGNO,
Obispo y Confesor
SAN BASILIO MAGNO,
Obispo y Confesor
No tenemos aquí ciudad permanente, sino
que vamos
en busca de la que ha de venir.
(Hebreos, 13, 14).
en busca de la que ha de venir.
(Hebreos, 13, 14).
San Basilio, vástago de una familia de
santos, tuvo por padre a San Basilio el Antiguo, y por madre a Santa Emilia. Su
educación fue confiada a Santa Matrina su abuela, que lo formó en la práctica
de todas las virtudes cristianas. Cuéntanse entre sus hermanos y hermanas: a
San Gregorio Niceno, a San Pedro de Sebaste y a Santa Macrina la Joven, que era
la mayor de diez hermanos, notables todos por su eminente santidad. San
Basilio, habiendo sido elevado al arzobispado de Cesárea, atrájose, por su
adhesión a la fe, las persecuciones de Juliano el Apóstata y de Valente,
emperador arriano. A este último, que lo amenazaba con el destierro, le
contestó: Échame a donde quieras, el mundo entero es un lugar de
exilio para mí: no tengo otra patria fuera del cielo. Murió en el año 379.
I. El mundo es un destierro y el cielo
nuestra patria. De esta verdad saco tres conclusiones: la primera es que
debemos tener gran deseo de ir al cielo. Los exilados emplean sus riquezas, su
influencia y el crédito de sus amigos para volver a su patria; imítalos, emplea
todos los bienes que poseas, tu espíritu y tu salud, para llegar a la casa de
tu bienaventurada eternidad: allí está Dios tu Padre, Jesucristo tu Hermano
mayor, Maria tu bondadosa Madre, con incontables santos, acaso con muchos de
tus parientes y amigos. Dirijamos todos nuestros esfuerzos en esa dirección.
Miremos al cielo y no podremos menos que exclamar: ¿Cuándo llegaré y apareceré ante la
Faz del Señor? (Salmo).
II. Puesto que el mundo entero es un
exilio, debe serte indiferente habitar en un lugar más bien que en otro. Tu
patria debe estar allí donde la gloria de Dios y el bien de tu alma te
reclaman. Por todas partes encontrarás la tierra que te sostiene y alimenta,
por todas el sol que te alumbra. No te afanes, pues, por el lugar donde habrás
de habitar; esta inquietud podría justificarse, dice San Agustín, si se te
pudiese enviar a algún lado donde Dios no estuviera. No puede ser exilado quien a Dios
tiene en su corazón (San Cipriano).
III. Si en este mundo, que es un lugar de
destierro, hay tantas cosas que agradan, ¿qué no será en el paraíso? Si los
bienes, que Dios ha otorgado indistintamente tanto a sus amigos como a sus
enemigos, tienen ya tanto atractivo, ¿qué no será de los bienes que Él ha
preparado a sus amigos e hijos? Por el contrario, si los elegidos y amigos de
Dios deben sufrir tanto en este mundo, ¿cuáles no serán los tormentos que el
Señor reserva en el infierno para sus enemigos?
El pensamiento del paraíso
Orad por la conversión de los infieles.
Orad por la conversión de los infieles.
ORACIÓN
Os suplicamos, Señor, escuchéis las
oraciones que os dirigimos en la solemnidad de vuestro confesor pontífice, el
bienaventurado Basilio, a fin de que la intercesión y los méritos de quien tan
dignamente os ha servido, nos obtengan el perdón de nuestros pecados. Por J. C.
N. S. Amén.