12 de Junio
SAN JUAN DE SAHAGÚN,
Confesor
SAN JUAN DE SAHAGÚN,
Confesor
No amemos de palabra y con la lengua,
sino con obras y de veras.
(1 Juan, 3, 18).
sino con obras y de veras.
(1 Juan, 3, 18).
Este santo preludió ya en su infancia el
papel de predicador y de pacificador que debía desempeñar más tarde tan brillantemente
y con tanto éxito. Predicaba a los niños de su edad, los exhortaba a la piedad
y a la virtud, y calmaba las disputas que surgían entre ellos. Después de haber
vivido edificantemente como sacerdote seglar, entró en el convento de los Ermitaños de San
Agustín, en Salamanca, y allí fue notable por su humildad, su austeridad y su
celo por la oración. Encargado en seguida, del ministerio de la predicación,
muy pronto renovó el aspecto de Salamanca, dividida entonces en facciones
encarnizadas unas contra otras. Murió el 11 de junio de 1479.
I. La caridad te obliga a amarte y a no
hacer nada que te sea dañoso. Si te amases, ¿no tratarías, acaso, de procurarte
el mayor de todos los bienes? Pues bien, ¿qué mayor bien para tu alma que la
posesión de la gracia, primero, y la de la eternidad bienaventurada, después?
¿Qué tirano podría causarte tanto mal como el que te haces cuando cometes un
pecado mortal, y aun un pecado venial, puesto que por este pecado venial
deberás sufrir en el purgatorio dolores incomparablemente más crueles que los
de los mártires?
II. Ama a tu cuerpo, ámalo; pero
procúrale el mayor de todos los bienes, que es la gloria de que gozará después
de su resurrección, si ha sido fiel a Dios. Para obtener esta gloria, es
preciso que sufra durante esta vida. Cuerpo mío, ¿sabes tú de qué debes
alegrarte? De ser desgarrado, abrumado de dolores por Jesucristo. Si yo te amo,
debo desear verte mortificado, a fin de verte un día envuelto en gloria. El cristiano será glorificado en su
carne, pero con la condición de que haya sido mortificada por Jesucristo. (Tertuliano).
III. ¿No es verdad, acaso, que no te
amas? Amas a tus placeres, a tus riquezas, a tu reputación; pero no amas ni a
tu alma ni a tu cuerpo. Amas a tus padres, a tus amigos, si tratas de hacerlos
virtuosos, pero, ¿te tomas gran trabajo por llegar a serlo tú mismo? ¡Ah! si
verdaderamente te amases, no rehuirías ninguna fatiga para merecer para tu
cuerpo y tu alma una gloria eterna. Cuando se ama, no se rehuye el
trabajo: el amor impide que se sienta su peso.
El amor de Dios
Orad por los que son llamados
a la vida religiosa.
Orad por los que son llamados
a la vida religiosa.
ORACIÓN
Oh Dios, autor de la paz y amigo de la
caridad, que habéis dotado al bienaventurado Juan, confesor vuestro, de talento
admirable para reconciliar a los enemigos, haced, en consideración a sus
méritos y a su intercesión, que, consolidados en vuestra caridad, no nos
dejemos separar de Vos por ninguna tentación. Por J. C. N. S. Amén.