8 de agosto
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN,
Confesor
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN,
Confesor
Brille vuestra luz ante los hombres, a fin de que
vean vuestras buenas obras y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos.
(Mateo, 5, 16).
vean vuestras buenas obras y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos.
(Mateo, 5, 16).
Santo Domingo, fundador de la Orden de los Hermanos Predicadores, es representado con un lirio en la mano, símbolo de la virginidad que conservó durante toda su vida. El can que su madre vio en sueños llevando una antorcha encendida, representa la guerra que hizo a los herejes, y la luz que difundió en el corazón de los pecadores por la pureza de su doctrina y la santidad de su vida. Acaeció su muerte en 1221.
I. Se ve brillar una estrella sobre la
frente de Santo Domingo inmediatamente después de su bautismo. Era el presagio
del fulgor admirable que debía proyectar sobre la Iglesia de Dios. En efecto,
desde tierna edad, edificó a cuantos lo rodeaban por su piedad, su austeridad y
la práctica de las virtudes cristianas en general. ¿Has consagrado tú como
Santo Domingo las primicias de tu vida a Dios? ¡Desgraciado el tiempo en el
que no te amé, oh Dios mío! (San Agustín).
II. Este astro, tan radiante al
levantarse, brilló con esplendor más deslumbrador aun a su mediodía. Santo
Domingo alumbró y abrasó toda la tierra con el fuego del amor divino, con sus
predicaciones y las de los religiosos de su Orden. Si tu profesión no te obliga
a trabajar por la salvación de las almas mediante la predicación del Evangelio,
debes por lo menos trabajar seriamente por tu propia salvación, y edificar al
prójimo con tus buenos ejemplos.
III. Los astros no por ocultarse a
nuestra vista pierden sus rayos: su fulgor no es menor a su ocaso que a su
mediodía. Santo Domingo trabajó hasta su muerte por la gloria de Dios y la
salvación de las almas, sin desalentarse por los obstáculos y sin perder nunca
su primer fervor. Trabaja tú, mortifícate, haz penitencia hasta el último
suspiro; y si alguien te invita a disiparte y a abandonar las austeridades de
la penitencia, respóndele: Eso está bien para los bienaventurados; pero,
para mí, que he ofendido a Dios, me hace correr el riesgo de perecer para toda
la eternidad. (Paciano).
El celo por la salvación de las almas
Orad por las órdenes religiosas.
Orad por las órdenes religiosas.
ORACIÓN
Oh Dios, que os dignasteis esclarecer la
Iglesia por los méritos y la doctrina de vuestro confesor Santo Domingo, haced,
por su intercesión, que nunca se vea privada de los socorros temporales, y que
siempre logre nuevos progresos en las obras espirituales. Por J. C. N. S. Amén.