Todo aquél que comete pecado
es esclavo del pecado.
(Juan, 8, 34).
(Juan, 8, 34).
Las numerosas conversiones que obró este
santo obispo en Iliria excitaron contra él el odio de los paganos, que lo
denunciaron a los magistrados. Detenido y conducido a Italia, fue asado en una
parrilla, colocado después en un lecho de hierro calentado al rojo y, por fin,
sumergido en una caldera de aceite y pez hirviendo. Como saliera sano y salvo
de todos estos suplicios fue arrojado a los leones, que no le hicieron ningún
mal. Finalmente, fue golpeado con varas hasta que murió a la vista de su madre,
Santa Antea, y fue al cielo a gozar de la libertad de los hijos de Dios,
libertad que ya presagiaba su nombre Eleuterio, es decir, hombre libre.
I. No existe servidumbre más cruel que la
de los libertinos e impíos: se dicen libres y gimen bajo la más vergonzosa de
las esclavitudes: la del pecado. Tantos tiranos tienen cuantas pasiones; están
cargados con tantas cadenas como vicios y malas costumbres tienen. Viene la pasión y dice: Eres mío. Vienen
todos los vicios y dicen: Eres mío. ¡Qué vil esclavo es quien obedece
a tantos señores! (San Ambrosio) .
II. Verdaderamente es libre quien sirve a Dios
y le obedece, pues no tiene entonces sino un solo Señor, el cual nada ordena
que no esté de acuerdo con la razón y que no sea para nuestro mayor bien. El
servicio voluntario y razonable que le rendimos nos libra de la vergonzosa
tiranía del demonio, del pecado y de nuestras pasiones. ¡Ah! si mi libertad es
un bien inestimable, si es el mayor de todos los tesoros, ¿a quién lo
sacrificaría mejor que a Vos, Dios mío, que me la habéis dado? Obedecer a Dios, es ser libre.
III. Para gozar de una entera y
perfecta libertad en este mundo, no se ha de temer ni amar sino a Dios. Todos
los suplicios, todas las aflicciones imaginables, todos los placeres y todas
las grandezas del mundo, no podrán obligarte a cometer la más mínima falta. De
cuántas penas, temores y dolores te librarías, si grabases profundamente en tu
espíritu este pensamiento: ¡No temer sino a Dios, no amar sino a Dios! El malo no puede ser libre. (Séneca).
El perdón de las injurias
Orad por vuestros enemigos.
Orad por vuestros enemigos.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, mirad nuestra flaqueza
y cómo nos agobia el peso de nuestras obras y fortificadnos por la gloriosa intercesión
de San Eleuterio, vuestro mártir. Por J. C. N. S.
- * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)