28 de Mayo
SAN GERMÁN,
Obispo y Confesor
Era peregrino, y me hospedasteis;
estaba desnudo, y me vestisteis;
estaba enfermo, y me visitasteis;
estaba en prisión, y vinisteis a Mí.
(Mateo, 25, 35-36).
estaba desnudo, y me vestisteis;
estaba enfermo, y me visitasteis;
estaba en prisión, y vinisteis a Mí.
(Mateo, 25, 35-36).
San Germán, obispo de París, tenía tanta
compasión por los pobres prisioneros que, no pudiendo obtener su liberación de
los hombres, pedíala a Dios y rompía sus cadenas mediante sus plegarias. Su
casa estaba sin cesar invadida por una muchedumbre de desventurados, a quienes
servía de padre. Siempre tenía varios pobres a su mesa, donde nada veíase que
no fuese simple y frugal. Fue advertido del día de su muerte y lo hizo escribir
en la cabecera de su lecho. Puesto que tú no sabes el día de la tuya, piensa en
ella todos los días.
I. Estás obligado a hacer obras de
misericordia: no es sólo un consejo que Jesucristo te da, es un mandamiento que
te impone; y si no lo observas, no hay paraíso para ti. En el día del juicio,
te salvarás por haber practicado las obras de misericordia, o te condenarás por
haberlas descuidado; porque todo lo que haces o rehúsas a tu prójimo, a
Jesucristo mismo es a quien lo haces o lo rehúsas. Da poco para recibir mucho,
da un pedazo de pan para recibir el paraíso. (San Pedro Crisólogo).
II. Da ropa a los pobres que carecen de
ella; tú estás cubierto de oro y de seda, da por los menos lo que tienes en
exceso para cubrir los miembros de Jesucristo; visita a los enfermos, sobre
todo a los pobres, y ayúdalos cuanto puedas. Vete a las cárceles, ocúpate de
los desdichados que gimen en ellas: si son inocentes, merecen que les tengas
piedad; si son culpables, acaso tú lo seas más que ellos. Si hubiera de
encarcelarse a todos los que han ofendido a la majestad de Dios, el mundo no
seria más que una dilatada prisión.
III. Si tu pobreza no te permite asistir
con tus bienes a esas tres clases de personas, hazles una caridad espiritual:
visita a los presos, consuela a los pobres y a los enfermos; agradece a Dios el
que no haya permitido que te veas reducido al estado en que los ves. En fin,
graba bien en tu espíritu este pensamiento: Espera en vano misericordia
aquél que, a su vez, no usó de misericordia. (San Pedro Crisólogo).
La práctica de las obras de misericordia
Orad por los prisioneros.
Orad por los prisioneros.
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la
augusta solemnidad del bienaventurado Germán, vuestro confesor y pontífice,
aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J.
C. N. S. Amén.