19 de julio
SANTA MACRINA LA JOVEN *
Virgen
(379 d. C.)
SANTA MACRINA LA JOVEN *
Virgen
(379 d. C.)
Macrina era la mayor de los
diez hijos de San Basilio el Mayor [San Basilio el Mayor fue el padre de
San Basilio el Grande (14 de junio), hermano de Sta. Macrina la joven (N.
de E.)] y Santa Emelia. Nació en Cesárea de Capadocia, hacia el año 330
y su madre la educó con particular esmero, la enseñó a leer y vigilaba
cuidadosamente sus lecturas. El libro de La Sabiduría y los Salmos de
David eran las obras predilectas de Macrina, quien no descuidaba por ello
los deberes domésticos y los trabajos de hilado y costura. A los doce años
fue prometida en matrimonio, pero su prometido murió súbitamente y
Macrina se negó a aceptar a ninguno de los otros pretendientes para
dedicarse a ayudar a su madre en la educación de sus hermanos y hermanas
menores. San Basilio el Grande, San Pedro de Sabástea, San Gregorio de
Nissa y los otros hermanos de Macrina, aprendieron de ella el desprecio
del mundo, el temor a la riqueza y el amor a la oración y la palabra de
Dios. Según se dice, San Basilio volvió muy envanecido de sus estudios,
y su hermana le enseñó a ser humilde. Por otra parte, Macrina fue
"el padre y la madre, el guía, el maestro y el consejero" de su
hermano menor, San Pedro de Sebástea, pues San Basilio el Mayor, murió
poco después del nacimiento de su último hijo. A la muerte de su padre,
San Basilio estableció a su madre y a su hermana Macrina en una casa a
orillas del río Iris; las dos santas mujeres se entregaron ahí a la práctica
de la ascética con otras compañeras.
A la muerte de Santa
Emelia, Macrina repartió entre los pobres su herencia y vivió del
trabajo de sus manos. Su hermano Basilio murió a principios del año 379,
y Macrina cayó gravemente enferma nueve meses después. Cuando San
Gregorio de Nissa llegó a visitarla después de nueve años de ausencia,
la encontró en un lecho de tablas. El santo quedó muy consolado al ver
el gozo con que su hermana soportaba la tribulación y muy impresionado
del fervor con que se preparaba para la muerte. Santa Macrina exhaló el
último suspiro en un transporte de gozo al atardecer. Era tan pobre, que
para amortajar el cadáver no se encontró más que un vestido viejo y una
tela muy burda; pero San Gregorio regaló con ese fin una túnica de lino.
El obispo del lugar, llamado Arauxio, dos sacerdotes y el propio San
Gregorio transportaron el féretro y, durante la procesión funeraria, se
cantaron los salmos; pero la afluencia de la multitud y las lamentaciones
del pueblo, especialmente de algunas mujeres, perturbaron mucho la
ceremonia.
En un diálogo sobre el
alma y la resurrección y en un panegírico dedicado al monje Olimpio, San
Gregorio dejó trazada la biografía de su hermana Macrina, con muchos
detalles sobre su virtud, su vida y su entierro. En el panegírico
mencionado, el santo habla de dos milagros: el primero de ellos fue que
Santa Macrina recobró la salud cuando su madre trazó sobre ella la señal
de la cruz; en el segundo caso, la santa curó de una enfermedad de los
ojos a la hijita de un militar. San Gregorio añade: "Creo que no es
necesario que repita aquí todas las maravillas que cuentan los que
vivieron con ella y la conocieron íntimamente... Por increíbles que
parezcan esos milagros, puedo asegurar que los consideran como tales
quienes han tenido ocasión de estudiarlos a fondo. Sólo los hombres
carnales se rehúsan a creerlos y los consideran imposibles. Así pues,
para evitar que los incrédulos sean castigados por negarse a aceptar la
realidad de esos dones de Dios, he preferido abstenerme de repetir aquí
esas maravillas sublimes..." Este comentario confirma, una vez más,
el dicho de que sólo un santo puede escribir la vida de otro santo.
Apenas si sabemos algo sobre Santa
Macrina, fuera de lo que cuenta su hermano, San Gregorio de Nissa. El
texto griego se halla en las obras del santo. En Acta Sancionan, julio,
vol. IV, hay una traducción latina. También existe una traducción
inglesa hecha por W. K. Lowther Clarke (1916). En el rito bizantino se
celebra la fiesta de Santa Macrina
* Vidas de los
Santos, de Butler, Vol. III.