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Cualquiera de vosotros que no renuncia todo lo
que
posee, no puede ser mi discípulo.(Lucas, 14, 33).
posee, no puede ser mi discípulo.(Lucas, 14, 33).
Ilustre fundador de los eremitas, ¡cuán hermoso
resultaba veros en vuestra gruta, vestido con un manto de hojas de palma,
alimentado con un medio pan que un cuervo os traía cada día! Una fuente os daba
de beber, la roca os servía de lecho, y estabais más contento en esa gruta que
los reyes en sus palacios. ¡Gran Santo, haced que meditando vuestra vida
aprendamos a despreciar el mundo y sus falsas máximas!
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN PABLO
I. San Pablo, al ver a los perseguidores atacar la fe y la
virtud de los cristianos mediante el cebo de los placeres, buscó en la soledad
un abrigo contra la tentación. ¿Amas la pureza? ¿Quieres, a imitación de San
Pablo, conservar esta bella virtud? Huye de las ocasiones. En esta clase de
combates la huida asegura la victoria.
II. Aunque no fuese designio de Pablo el permanecer en la
soledad, fue el de Dios el mantenerlo en ella. Tantas dulzuras hízole gustar en
ese desierto, que desde entonces despreció el mundo y sus placeres. Alma
tímida, ¿qué temes tú? Dios te llama, quiere desasirte del mundo; prueba, ensaya
cuán suave es pertenecerle totalmente. Las dificultades se desvanecerán desde
que pongas manos a la obra. No perderás tus placeres, sino que los trocarás en
una alegría más sólida y más santa.
III. San Pablo permaneció en esta terrible soledad durante
ochenta años, sin ver a nadie, excepto a San Antonio, que, inspirado de lo alto,
lo fue a visitar. Tú comienzas con fervor, pero este fervor es solamente fuego
de paja que se extingue en un instante. Ánimo, continúa; la eternidad
bienaventurada que esperas, el Dios a quien sirves, valen la pena de que
perseveres en la virtud durante los pocos años que te quedan de vida.
La huída de las tentaciones
Orad por vuestros superiores eclesiásticos
ORACIÓN
Oh Dios, que cada año
nos proporcionáis un nuevo motivo de alegría con la solemnidad del bien
aventurado Pablo, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando la
nueva vida que recibió en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por N.
S. J. C. Amén.
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