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Traemos siempre en nuestro cuerpo la mortificación
de Jesús, a fin de que la vida de Jesús
se manifieste también en nuestros cuerpos.(2 Coro 4, 10).
   Este santo no respondió al principio a los 
cuidados de que lo hicieron objeto sus padres; pero a raíz del relato que le 
hizo su madre de un sueño maravilloso que tuvo a su respecto, fue Andrés a 
arrojarse a los pies de la Santísima Virgen y tomó la resolución de 
entrar en la orden del Carmelo. Nombrado a pesar de sus resistencias, obispo de 
Fiésole, redobló sus austeridades. Todos los días recitaba los salmos 
penitenciales y las letanías de los santos disciplinándose sin compasión. Murió 
el 6 de enero de 1373, a los 72 años de edad y a los 13 de su episcopado.  
MEDITACIÓN SOBRE LA 
MORTIFICACIÓN 
   l. Es necesario mortificar el cuerpo, para 
expiar el placer que has gustado en el pecado. No podrías satisfacer de otro 
modo a la justicia divina. Si no pagas tu deuda en esta vida, te será menester 
que la canceles en la otra. Elige. Es preferible soportar algo en este mundo, 
porque en él los sufrimientos son más llevaderos, más cortos, y merecerán una 
corona en el cielo. En el purgatorio, la medida de nuestros suplicios será la 
de los placeres que hayamos gustado en este mundo; porque seremos castigados por 
aquello mismo por donde hayamos pecado. (San Bernardo). 
   II. Es preciso mortificar los sentidos 
para no caer en pecado. Si te tomas la libertad de ver todo, de oír todo, de 
decir todo, pecarás a menudo. Acaso no sea pecado ver, oír, decir tal o cual 
cosa, pero, con frecuencia, te dispone a él. Si no te abstienes de las cosas 
permitidas, caerás pronto en las que están prohibidas. Vigila tus sentidos, son 
las puertas por las cuales entra el pecado mortal a tu alma. ¿Qué violencia 
haces a tus sentidos? Casi nada les rehúsas, acaso nada. 
   III. Tus pasiones deben ser reprimidas tanto 
como tus sentidos; ellas son las que suscitan en tu alma esas tempestades en las 
que tan a menudo naufraga tu virtud; ellas son las que turban tu tranquilidad, y 
te hacen desdichado. Examina, pues, con atención, cuáles son tus pasiones 
dominantes; son las víctimas que debes inmolar al pie de la Cruz. Adora lo 
que has quemado, quema lo que has adorado. (San Remigio). 
La Mortificación 
Orad por la conversión de los pecadores. 
ORACIÓN 
   Oh Dios, que sin cesar nos dais en vuestra 
Iglesia nuevos ejemplos de virtud, conceded a vuestro pueblo la gracia de seguir 
con perfección las huellas del bienaventurado Andrés, vuestro confesor 
pontífice, de modo que pueda un día participar en su recompensa. Por J. C. N. S. 
Amén. 
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