PRIMERA LECTURA
¿Creéis que es una cueva de bandidos el templo que lleva mi nombre?
Lectura del Profeta Jeremías 7, 1 -11
Palabra del
Señor que recibió Jeremías:
–Ponte a la
puerta del Templo
y grita allí
esta palabra:
¡Escucha,
Judá, la palabra del Señor,
los que
entráis por estas puertas
para adorar
al Señor!
Así dice el
Señor de los Ejércitos, Dios de Israel:
–Enmendad
vuestra conducta y vuestras acciones,
y habitaré
con vosotros en este lugar.
No os creáis
seguros con palabras engañosas,
repitiendo:
«Es el templo del Señor,
el Templo
del Señor, el Templo del Señor».
Si enmendáis
vuestra conducta y vuestras acciones,
si juzgáis
rectamente entre un hombre y su prójimo;
si no
explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda,
si no
derramáis sangre inocente en este lugar,
si no seguís
a dioses extranjeros, para vuestro mal,
entonces
habitaré con vosotros en este lugar,
en la tierra
que di a vuestros padres,
desde hace
tanto tiempo y para siempre.
Mirad:
Vosotros os fiáis
de palabras
engañosas que no sirven de nada.
¿De modo que
robáis, matáis, adulteráis,
juráis en
falso,
quemáis
incienso a Baal,
seguís a
dioses extranjeros y desconocidos,
y después
entráis
a
presentaros ante mí en este templo,
que lleva mi
nombre,
y os decís:
Estamos salvos,
para seguir
cometiendo esas abominaciones?
¿Creéis que
es una cueva de bandidos
este templo
que lleva mi nombre?
Atención,
que yo lo he visto,
–oráculo del
Señor–.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11
R.
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los Ejércitos!
Mi alma se
consume y anhela
los atrios
del Señor,
mi corazón y
mi carne
retozan por
el Dios vivo. R.
Hasta el
gorrión ha encontrado una casa,
y la
golondrina, un nido
donde
colocar sus polluelos:
tus altares,
Señor de los Ejércitos,
rey mío y
Dios mío. R.
Dichosos los
que viven en tu casa,
alabándote
siempre.
Dichosos los
que encuentran en ti su fuerza;
caminan de
baluarte en baluarte. R.
Vale más un
día en tus atrios
que mil en
mi casa,
y prefiero
el umbral de la casa de Dios
a vivir con
los malvados. R.
EVANGELIO
Dejadlos crecer juntos hasta la siega
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 13, 24-30
En
aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente:
–
El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su
campo; pero, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio
del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga,
apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
–
Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?
El
les dijo:
–
Un enemigo lo ha hecho.
Los
criados le preguntaron:
–
¿Quieres que vayamos a arrancarla?
Pero
él les respondió:
–
No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la
siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores:
–
Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo
almacenadlo en mi granero.
Palabra del
Señor.