17 de agosto
SAN JACINTO de CRACOVIA
Confesor
SAN JACINTO de CRACOVIA
Confesor
Dios no nos ha dado un espíritu de
temor,
sino de fortaleza y amor y sobriedad.
(2 Timoteo, 1,7).
sino de fortaleza y amor y sobriedad.
(2 Timoteo, 1,7).
San Jacinto renunció a todas las ventajas
que procura un noble nacimiento, la fortuna y el talento, para entrar en la
orden que Santo Domingo acababa de fundar. Sus predicaciones, acreditadas por
el don de milagros, produjeron en Polonia efectos maravillosos: hubiérase
creído estar en los hermosos días del cristianismo naciente. Después de haber
fundado varios monasterios en ese reino, recorrió Prusia, Dinamarca, Suecia y
Noruega, que todavía en parte eran paganas: de allí pasó a Ucrania y a Rutenia
y penetró hasta el Mar Negro, obrando a su paso numerosas conversiones y
fundando monasterios para perpetuar su obra. De vuelta a Cracovia, cayó
enfermo, y expiró el día de la Asunción en 1257.
I. El tiempo pasado no existe ya sino en
tu recuerdo. ¿Dónde están los dorados años de tu juventud? ¿Qué te queda de
ellos, sino el triste recuerdo de los placeres criminales que gustaste, o bien
el gozo de las acciones virtuosas que practicaste? ¡Ah! mi vida ha corrido como
un torrente, ha pasado como un sueño; de mí dependió acumular tesoros para el
cielo, ¡Y no lo hice! ¿Dónde están ahora esos seguidores del mundo a quienes vi
en las riquezas y en los placeres? Pasaron ya, y ahora, acaso, estén en el
infierno.
II. El tiempo presente está en nuestras
manos; utilicémoslo más santamente que en el pasado. Este tiempo es solamente
un momento, y en este momento debemos merecer una eternidad de dicha o de
desgracia. Dios no me pide más que este momento: ¿se lo negaré? Aun cuando
fuese necesario sufrir una eternidad para gozar de Dios, ¿qué motivo tendríamos
para quejarnos?
III. El tiempo por venir es incierto;
ignoras cuánto te queda en el reloj que debe medir tu vida. No puedes
asegurarte ni un solo momento más de vida. ¡Desventurado! No te queda sino una
resolución para adoptar: emplear bien el tiempo que tienes; pasa esta hora como
si hubiese de ser la última de tu vida; penétrate de este pensamiento todas las
mañanas, y no te costará concebir un gran dolor por tus pecados y emplear bien
tu tiempo.
El buen empleo del tiempo
Orad por por los misioneros.
Orad por por los misioneros.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos
proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado
Jacinto, vuestro confesor, concedednos, por vuestra bondad, imitar los ejemplos
de aquél cuyo nacimiento al cielo celebramos. Por J. C. N. S. Amén.