PRIMERA LECTURA
Al pecar contra los
hermanos, turbando su conciencia insegura, pecáis contra Cristo
Lectura de la primera carta del
Apóstol San Pablo a los Corintios 8, 1b-7.11-13
Hermanos:
El
conocimiento engríe, lo constructivo es el amor mutuo. Figurarse que uno tiene
conocimiento, es no haber empezado a conocer como es debido.
A
uno que ama es a quien Dios reconoce.
Vengamos
a eso de comer de lo sacrificado: Sabemos que en el mundo real un ídolo no es
nada y que Dios no hay más que uno; pues aunque hay los llamados dioses en el
cielo y en la tierra –y son numerosos los dioses y numerosos los señores–, para
nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien procede el universo y a
quien estamos destinados nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien
existe el universo y por quien nosotros vamos al Padre.
Sin
embargo, no todos tienen ese conocimiento: algunos, acostumbrados a la
idolatría hasta hace poco, comen pensando que la carne está consagrada al
ídolo,
y
como su conciencia está insegura, se mancha.
Así
tu conocimiento llevará al desastre al inseguro, a un hermano por quien Cristo
murió.
Al
pecar de esa manera contra los hermanos, turbando su conciencia insegura, pecáis
contra Cristo.
Por
eso, si por cuestión de alimento peligra un hermano mío, nunca volveré a comer
carne, para no ponerlo en peligro.
Palabra
de Dios.
Salmo responsorial Sal 138.
1-3. 13-14ab. 23-24
R.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
Señor, tú me
sondeas y me conoces:
me conoces
cuando me siento y me levanto,
de lejos
penetras mis pensamientos;
distingues
mi camino y mi descanso,
todas mis
sendas te son familiares. R.
Tú has
creado mis entrañas,
me has
tejido en el seno materno.
Te doy
gracias porque me has escogido portentosamente,
porque son
admirables tus obras. R.
Señor,
sondéame y conoce mi corazón,
ponme a
prueba y conoce mis sentimientos;
mira si mi
camino se desvía,
guíame por
el camino eterno. R.
EVANGELIO
Sed
compasivos, como vuestro Padre es compasivo
+ Lectura del santo Evangelio según
San Lucas 6, 27-38
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–A
los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que
os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.
Al
que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa,
déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se
lo reclames.
Tratad
a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os
aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si
hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores lo hacen.
Y
si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo.
¡No!
Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un
gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y
desagradecidos.
Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no seréis juzgados;
no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os
dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La
medida que uséis la usarán con vosotros.
Palabra
del Señor.