miércoles, 26 de mayo de 2021

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Que sepan las naciones que no hay Dios fuera de ti

Lectura del libro del Eclesiástico 36, 1-2a.5-6. 13-19

Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones; para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos.
Reúne a todas las tribus de Jacob, y dales su heredad como antiguamente, para que sepan que no hay Dios fuera de ti.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria.
Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa a los que esperan en ti y deja bien a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, según la bendición de Aarón sobre tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 78, 8. 9. 11. 13
V/. Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.
R/. Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.
V/. No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. R/.
V/. Socórrenos, Dios Salvador nuestro, por el honor de tu nombre, líbranos y perdónanos nuestros pecados, a causa de tu nombre. R/.
V/. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. R/.
V/. Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te damos gracias siempre, cantaremos tus alabanzas de generación en generación. R/.

EVANGELIO
Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban y los que seguían iban asustados.
El tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les preguntó: ¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó: No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: Lo somos.
Jesús les dijo: El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.
Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.
Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.
Palabra del Señor