Ahora habiendo quedado libres del pecado y hechos
siervos de Dios, obtenéis por fruto vuestro
la santificación, y por fin la vida eterna.
(Romanos, 6, 22).
siervos de Dios, obtenéis por fruto vuestro
la santificación, y por fin la vida eterna.
(Romanos, 6, 22).
San
Melquíades, de origen africano, aprovechó la protección que el emperador
Constantino
acordaba a la Iglesia para extender el reino de Jesucristo. Reunió en
Roma un concilio donde Donato fue
convencido de cisma y condenado. Con todo, permitió a los obispos
partidarios de él que conservaran sus sedes, con la condición de que
volviesen a la unidad de la Iglesia. Murió
el 11 de enero del año 314, después de dos años y medio de pontificado.
Los tormentos que tuvo que sufrir antes del restablecimiento de la paz
por Constantino le han merecido el titulo de mártir .
I. El arroyo es el
símbolo de tu vida y la
imagen de tu muerte; corre hacia el mar como a su centro. Cristiano,
Dios te ha creado, y debes volver a Él; es el único objetivo que te
debes proponer. A Dios sólo es a quien debes mirar, a Él hacia quien
debes tender. ¿Qué hay para
mi en el cielo, qué he deseado en la tierra sino a Vos, oh Dios de mi corazón
y mi herencia para la eternidad? (El Salmista) .
II. El arroyo no es detenido ni por las piedras ni por las espinas que
encuentra; no se para en los canales de metal y de mármol donde se le
encierra; no se deja desviar por la hierba y las flores que
adornan sus orillas: corre siempre hacia el mar. Como él, no te dejes
desviar del camino que conduce a Dios, ni por la adversidad ni por la
prosperidad; para esto hay que despreciar las dulzuras de la vida, y
vencer los
obstáculos que se encuentran en la práctica de las virtudes.
III. El arroyo siempre está en
movimiento: parece que murmura y se queja de estar tan alejado del mar.
Vayas a donde fueres, aunque gustes todos los placeres del mundo, nada
hay fuera de Dios que
pueda llenar tu corazón. Serás feliz en este mundo amando a Dios, y a
nada más que a Él; pero tu corazón
estará siempre inquieto, hasta que pueda perderse en el seno de Dios. Nos hiciste para Vos, Señor, nuestro
corazón siempre estará inquieto, hasta que descanse en Vos. (San Agustín).
El conocimiento de uno mismo
Orad por la Iglesia.
Orad por la Iglesia.
Pastor eterno, considerad con benevolencia a
vuestro rebaño y guardadlo con protección constante, por vuestro
bienaventurado mártir y Soberano Pontífice Melquíades, a quien
constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por
J. C. N. S. Amén.