Le son perdonados muchos pecados,
porque ha amado mucho.
(Lucas, 7, 47).
porque ha amado mucho.
(Lucas, 7, 47).
Mirad a esta ilustre penitente bañando
con sus lágrimas los pies del Salvador y enjugándolos con sus cabellos. Es
Magdalena, otrora, esclava del amor profano, y ahora esposa de Jesús. Lo
acompaña en el Calvario; corre a la tumba para perfumar su cuerpo; se prosterna a los pies de Jesús resucitado; y después de su gloriosa ascensión, se
retira a la soledad para llorar hasta la muerte pecados que sabía ella le
habían sido perdonados. Si tú has imitado sus extravíos, imita su penitencia.
Ama mucho, para que se te perdone mucho.
I. Las primeras lágrimas de
Magdalena fueron lágrimas de contrición. Impelida por el dolor de haber
ofendido a Dios, busca a Nuestro Señor, lo encuentra en la casa del fariseo y
en ella hace una confesión pública de sus pecados. A partir de ese instante
renuncia a sus criminales placeres y cambia de vida. ¡Dichosas lágrimas, que
borrasteis los pecados de Magdalena! Ojos míos, ¿cuándo lloraréis los
desórdenes de mi juventud? ¿Por qué retardar mi conversión? Mundo, placeres,
honores, os dejo para siempre: dejadme en adelante llorar mis pecados, ¡dejadme un instante a fin de que gima! (Job).
II. Magdalena vertió lágrimas de
compasión cuando vio a Jesús en manos de los verdugos. Lo acompañó hasta el
Calvario; se mantuvo al pie de la cruz y mezcló su llanto con la Sangre
adorable de Jesús. Nosotros vemos todos los días a nuestro divino Salvador
clavado en la cruz, todos los días meditamos sobre su Pasión; ¿por qué, pues,
nuestro corazón permanece insensible ante sus sufrimientos? ¿Por qué nuestros
ojos no vierten lágrimas? ¡Ah! es porque no tenemos por Jesús el mismo amor que
Magdalena. La fe de esta mujer fue grande, su amor ardiente, su
arrepentimiento sincero. (San Lorenzo Justiniano) .
III. El deseo de ver a Jesús, después de
su resurrección, le hizo bañar en lágrimas la tumba del divino Maestro. El
deseo de contemplarlo en el cielo la hizo suspirar y gemir en la gruta a la que
se había retirado. Llora ella noche y día porque su exilio se prolonga, y no se
le permite unirse a su Bienamado. Viértense lágrimas por una bagatela; mas,
¿quién llora de haber perdido a Jesús? ¿Quién llora por su extravío?
La penitencia
Orad por la conversión de los pecadores.
Orad por la conversión de los pecadores.
ORACIÓN
Oh Dios, que al ruego de la
bienaventurada María Magdalena habéis resucitado a su hermano Lázaro, muerto
hacía ya cuatro días, haced que experimentemos los efectos de su poderosa
intercesión. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis por los siglos de los
siglos. Amén.
