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Nadie puede servir a dos señores.(Mateo
6, 24).
Santa Martina, virgen romana, quedó huérfana a
una edad todavía tierna, y distribuyó entre los pobres los cuantiosos bienes que
le habían dejado sus padres. Por rehusarse a sacrificar a los ídolos fue
sometida a horribles torturas y, después, condenada a ser arrojada a las fieras.
Respetada por éstas y habiendo, en seguida, pasado sana y salva por las llamas
en las que fuera arrojada, fue, finalmente, decapitada. En el momento de su
muerte, un terrible temblor sacudió la ciudad de Roma, y muchos idólatras se
convirtieron a la fe cristiana.
MEDITACIÓN
ES PRECISO SER TOTALMENTE DE DIOS
I. Acaba Martina de perder a sus padres, y ya se desembaraza
de sus riquezas para darse a Dios sin reserva. El medio que debemos emplear para
ser totalmente del Señor, es el desapego del mundo. Si tu posición no te permite
dar tus bienes a los pobres como hizo Martina, desapega tu corazón, por lo menos, de las riquezas y de las vanidades mundanas. No se puede servir a dos
señores a la vez, no se puede ser al mismo tiempo de Dios y del mundo. Elige, de
estos dos partidos, el que te es más ventajoso. ¿Necesítase pensar mucho cuando
se trata de darse a Vos, oh Dios mío?
II. Piensa en las recompensas que acuerda el mundo a los que
le sirven. Salomón fue colmado de todos los bienes de la tierra, y, sin embargo,
declara que todo es vanidad. Pregúntate a ti mismo. ¿No es verdad, acaso, que
estás ya disgustado de los bienes del mundo apenas tienes su posesión; que nunca
ha estado contento tu espíritu, y que siempre algo le ha faltado a tu felicidad?
Mundo falaz, ¿por qué nos prometes tantas cosas que no puedes dar? (San
Agustín).
III. Si quieres realmente confesar la verdad, convendrás
conmigo en que nunca has sido más dichoso ni has estado más contento que después
de haber cumplido algún acto de virtud. Si tan liberalmente Jesucristo te
recompensa en este mundo, ¿qué no te reservará para el otro? Si los placeres que
el demonio te ofrece están mezclados con tanta amargura, ¡cuáles no serán los
tormentos que te prepara! Entrégate a Dios, y verás que no hay placer comparable
al que se gusta en el servicio de este bondadosísimo Señor. ¿Qué placer más
grande que el disgusto del mismo placer?
Orad por la conversión de los idólatras.
Oh Dios, que, entre
otros milagros de vuestro poder, habéis hecho obtener la victoria del martirio a
una tierna niña, haced que celebrando el nacimiento al cielo de la
bienaventurada Martina, virgen y mártir, nos aprovechemos de sus ejemplos para
llegar hasta Vos. Por N. S. J. C. Amén.
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