Es necesario que este cuerpo corruptible
sea revestido de incorruptibilidad,
y que este cuerpo mortal sea revestido
de inmortalidad.
(1 Corintios, 15,53).
y que este cuerpo mortal sea revestido
de inmortalidad.
(1 Corintios, 15,53).
Santa Luisa de Marillac nació en 1591. Se
casó con Antonio Le Gras, y vivió dichosa con él hasta 1625, año en que quedó
viuda. Fue entonces el brazo derecho de San Vicente de Paul en el
establecimiento de las Hijas de la Caridad, que fundó con él. Era una mujer de
gran inteligencia, de ánimo templadísimo y de admirable resistencia, a pesar de
su delicada salud. Murió en el año 1660.
I. Todos resucitaremos: es una verdad muy
consoladora para las almas santas. Sí, este cuerpo ahora en el oprobio, en el
dolor y la pobreza, este cuerpo, será un día glorioso, inmortal, sutil,
impasible y semejante a los espíritus. ¡Con qué júbilo las almas de los santos
volverán a los cuerpos que fueron sus compañeros de trabajo e instrumentos de
su victoria! Ánimo, cuerpo mío; resucitaremos, y tu gloria será proporcional a
los sufrimientos que hayas soportado por Jesucristo. Yo veré a Dios, mi Salvador, en mi
carne. (Job).
II. Los malos resucitarán, pero, ¡ay!
¡qué horror sentirán al retomar sus cuerpos que han sido la causa de su
condenación! ¿Nada menos que tú, dirán esos míseros, nada menos que tú, que
eres podredumbre, has perdido a un alma inmortal? ¡Qué! ¡por estos ojos, estas
manos, este corazón, esta boca, esta lengua, este cuerpo he perdido mi alma!
Piénsalo a menudo: "Un día, me encontraré con este mismo cuerpo en el
valle de Josafat; ¿en qué estado será?"
III. Los bienaventurados irán, en cuerpo
y alma, al cielo después de la resurrección de los muertos, y los condenados
descenderán al infierno con sus cuerpos semejantes a tizones ardientes. Está en
tus manos hacer glorioso a tu cuerpo o hacerlo maldito para siempre. Amemos los júbilos que deben durar
eternamente; temamos los tormentos eternos reservados para los que se condenan. (San Gregorio).
La esperanza
Orad por los afligidos.
Orad por los afligidos.
ORACIÓN
Escuchadnos, Señor, Dios Salvador
nuestro, y haced que, así como nos alegramos con la fiesta de Santa
Luisa, así también obtengamos provecho alcanzando sentimientos de piedad y
devoción. Por J. C. N. S.
- * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)