PRIMERA
LECTURA
Tobías no se
abatió a causa de la ceguera
Lectura del libro de Tobías 2, 10-23
Un
buen día, Tobías, cansado de tanto enterrar, regresó a su casa, se tumbó al pie
de la tapia y se quedó dormido; mientras dormía, le cayó en los ojos excremento
caliente de un nido de golondrinas y se quedó ciego.
Dios
permitió que le sucediese esta desgracia para que, como Job, diera ejemplo de
paciencia. Como desde niño había temido a Dios, guardando sus mandamientos, no
se abatió ni se rebeló contra Dios por la ceguera, sino que siguió
imperturbable en el temor de Dios, dándole gracias todos los días de su vida.
Y
lo mismo que a Job le insultaban los reyes, también los parientes y familiares
de Tobías se burlaban de él y le decían:
–Te
ha fallado la recompensa que esperabas cuando dabas limosna y enterrabas a los
muertos.
Pero
Tobías respondía:
–No
digáis eso, que somos descendientes de un pueblo santo y esperamos la vida que
Dios da a los que perseveran en su fe.
Ana,
la mujer de Tobías, iba todos los días a hacer labores textiles para ganarse el
sustento con el trabajo de sus manos. Un día le dieron un cabrito y se lo llevó
a casa. Su marido, al oír los balidos, dijo:
–¿No
será acaso robado? Devuélveselo a sus dueños, porque no podemos comer, ni
siquiera tocar nada robado.
Su
mujer replicó enfadada:
–Sí,
tu esperanza se ha visto frustrada; ya ves de lo que te ha servido hacer
limosnas.
Y
continuó ofendiéndole con estas palabras y otras por el estilo.
Palabra del
Señor.
Salmo responsorial
Sal 111, 1-2. 7-8. 9
R. El
corazón del justo está firme en el Señor.
O bien:
Aleluya.
Dichoso
quien teme al Señor
y ama de
corazón sus mandatos.
Su linaje
será poderoso en la tierra,
la
descendencia del justo será bendita. R.
No temerá
las malas noticias,
su corazón
está firme en el Señor;
su corazón
está seguro, sin temor,
hasta ver
derrotados a sus enemigos. R.
Reparte
limosna a los pobres,
su caridad
es constante, sin falta
y alzará la
frente con dignidad. R.
EVANGELIO
Lo que es del
César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios
+ Lectura del santo Evangelio según
San Marcos 12, 13-17
En aquel
tiempo, mandaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo
con una pregunta.
Se acercaron
y le dijeron:
–Maestro,
sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en
apariencias, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar
impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?
Jesús,
viendo su hipocresía, les replicó:
–¿Por qué
intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea.
Se lo
trajeron.
Y él les
preguntó:
–¿De quién
es esta cara y esta inscripción?
Le
contestaron:
–Del César.
Les replicó:
–Lo que es
del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.
Se quedaron
admirados.
Palabra del
Señor.