San Juan de Ribera, arzobispo de Valencia y Patriarca de Antioquía, fue el alma de la restauración espiritual de la diócesis de Valencia al aplicar las directrices del Concilio de Trento. Nació en Sevilla en 1532. Su padre Pedro Enríquez y Afán de Ribera y Portocarrero, duque de Alcalá y marqués de Tarifa, llegaría a ser virrey de Cataluña y Nápoles.14 de enero
SAN JUAN DE RIBERA,
Obispo de Valencia
(1611 P.C.)
Recibió la tonsura
clerical el 23 de marzo de 1544 en la iglesia de San Esteban de Sevilla.
Poco después pasó a Salamanca, donde cursó cánones, artes y teología.
El Papa San Pío y en el
consistorio del 30 de abril de 1568 le confirió el título de Patriarca de
Antioquía, y dos meses después lo promovió al arzobispado de Valencia.
El 21 de marzo del año siguiente hacía su entrada en la capital de la Diócesis.
Tomando como prototipo del
pastor el retrato descrito en "Stimulus pastorum", de
Bartolomé de los Mártires, y el sermón de su amigo fray Luis de
Granada, sobre la figura ideal del prelado, San Juan de Ribera trabajó
durante 42 años sin descanso en la diócesis de Valencia procurando
llevar a buen camino a la grey que se le había confiado.
No hubo aspecto de las
estructuras diocesanas que no fuese objeto de su celo pastoral:
Las atenciones al clero,
presentándole, a través de sus cartas pastorales y de los siete Sínodos
Diocesanos, la figura ideal del pastor.
Manifestó su preocupación
por elevar la enseñanza de la teología en la Universidad, necesitada de
urgente e intensa reforma.
La reforma de las órdenes
religiosas, fundando durante su pontificado 33 conventos en la Diócesis.
La formación cristiana de
los fieles, a los que frecuentemente les predicaba la Palabra de Dios, y
que le llevó a recorrer once veces en Visita Pastoral la amplia geografla
diocesana.
A todos los medios recurrió
para conseguir la conversión de los moriscos, sin poderlo lograr.
Finalmente se resolvió el problema mediante el decreto del rey Felipe
III, que los expulsaba del suelo español en 1609.
Nombrado por el rey Felipe
III virrey y capitán general de Valencia (1602-1604), supo llevar con
gran acierto este cargo, reprimiendo el bandidaje y la corrupción.
Tuvo amistad con todos los
santos que florecieron en aquellos tiempos: San Juan de Ávila, San Luis
Bertrán, San Francisco de Borja, San Carlos Borromeo, San Pedro de Alcántara,
San Pascual Bailón, San Salvador de Horta, San Alonso Rodríguez, Santa
Teresa de Jesús, San Roberto Belarmino, San Lorenzo de Brindis, Beato
Nicolás Factor, Beato Andrés Hibernón y Beato Gaspar Bono.
Falleció santamente el 6
de enero de 1611, en el Colegio-Seminario de Corpus Christi, que él mismo
fundara como monumento a la Eucaristía y para la formación de los
candidatos al sacerdocio.
Fue beatificado en 1796.
Con San Juan de Ribera la
diócesis de Valencia llegó a un gran esplendor, y quedó marcada en el
futuro por la línea de renovación eclesial que trazó con los 42 años
de su pontificado.