Quien guardare y enseñare mis mandamientos, grande
será llamado en el reino de los cielos.
(Mateo, 5,19).
La gloria de los servicios inmensos prestados a la
religión y a la sociedad desde hace más de tres siglos por las religiosas
ursulinas, recae, después de Dios, en la santa cuya fiesta celebramos hoy. Una
visión que tuvo un día mientras estaba en oración, la confirmó en el
proyecto que había concebido de consagrarse a la instrucción cristiana de la
juventud de su sexo. Con este objeto, asoció a algunas vírgenes cristianas,
les redactó un reglamento de vida y dio a la congregación el nombre de
Ursulinas, temiendo que, después, se la llamase con su nombre. La nueva
sociedad hizo un bien inmenso en Brescia y sus alrededores, Y fue elevada al
rango de orden religiosa cuatro años después de la muerte de Ángela, que
acaeció el 27 de enero de 1540.
MEDITACIÓN
SOBRE
LAS TRES CLASES DE CARIDAD
I. La primera caridad que debemos al prójimo,
es el alimento y el vestido. Quien tiene bienes de este mundo, y viendo
a su hermano en necesidad cierra las entrañas, ¿cómo es posible que
resida en él el amor de Dios? ¿Haces tú caridad según tus medios?
¿O imitas, acaso, al rico Epulón que daba espléndidos festines mientras
Lázaro a su puerta se moría de hambre? ¡Cuán terrible será oír: Tuve
hambre y no me diste de comer, estuve desnudo y no me vestiste!
II. La segunda caridad que debemos a
nuestros hermanos, es el pan de la inteligencia, la verdad religiosa.
Instruyendo a los ignorantes continuamos la obra de Jesucristo. Una de las
señales que da Él de la venida del Mesías, es que los pobres son
evangelizados. Esta obligación se hace obligación de justicia si se
trata de nuestros hijos. Recordad, padres y madres, que no sólo habéis
engendrado para esta vida perecedera a vuestros hijos, sino para la vida
eterna; y la vida eterna consiste en conoceros a Vos, que sois el solo
Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Vos habéis enviado. (Evangelio
de San Juan).
III. Después de haber ilustrado la
inteligencia, hay que formar el corazón y elevarlo hasta Dios. Si no
podemos por nosotros mismos cumplir este deber de caridad para con el prójimo,
¿no podríamos acaso hacerla cumplir por medio de otros, favoreciendo las
escuelas en las que los niños son formados en la religión y en la
piedad? ¿Hemos confiado, por lo menos, a nuestros hijos a personas
capaces de desarrollar en ellos el germen de piedad que nosotros hemos
debido sembrar en su corazón? No confiaríamos nuestros caballos a un
conductor inexperto, y se entregan los hijos al primero que venga. (San
Juan Crisóstomo).
La buena educación de los hijos
Orad por las órdenes docentes.
ORACIÓN
Oh Dios, que os dignasteis serviros de la
bienaventurada Ángela para hacer florecer en la Iglesia una sociedad de vírgenes
sagradas, concedednos, por su intercesión, que vivamos como ángeles, a fin de
que, renunciando a todas las cosas terrenales, merezcamos gozar un dia de los júbilos
eternos. Por J. C. N. S. Amén.
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