9 de julio
NTRA. SRA. DE CHIQUINQUIRÁ
Patrona de Colombia
NTRA. SRA. DE CHIQUINQUIRÁ
Patrona de Colombia
"Reina de Colombia por siempre
serás"
Bendice a todos los
peregrinos que visitan tu Santuario y a todos los devotos que te invocan;
serena los corazones y líbralos del odio que disgrega y de la ambición que
corrompe, bendice ¡oh! Madre Santísima a esta República que se consagra a Ti y
has ver que nuestra Patria, Colombia, es una nación de orden, libertad y
progreso
Cuenta la tradición que entre los
primeros conquistadores del Nuevo Reino de Granada, Antonio de Santana,
encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, era especialmente devoto de
la Virgen del Rosario. Por este motivo edificó en el pueblo de Suta su
dormitorio y pequeña capilla.
Deseando poner en ella una imagen de la
Madre de Dios, comisiona a Fr. Andrés de Jadraque para que haga pintar en
Tunja por Alonso de Narváez una imagen de Nuestra Señora del Rosario en una
manta de algodón. Alonso de Narváez, en su paleta usó colores al temple, con
pigmentos naturales tomados de la composición mineral de la tierra y del zumo
de hierbas y flores de la región. Como el lienzo era casi cuadrado (44
pulgadas de alto por 49 de ancho), el artista balanceó y completó el espacio
añadiendo, a los lados de la Virgen del Rosario, las imágenes de San Antonio
de Padua y de San
Andrés Apóstol por ser el
primero patrono del encomendero que solicitaba la imagen y el segundo, del
fraile que la había mandado a hacer.
Luego que Santana recibió la imagen,
acomodó el lienzo en un bastidor de madera y lo expuso en el altar la capilla
techada de paja en la que se filtraba la lluvia y con ella la humedad del
ambiente. Esto, unido a la acción del aire y el sol dejaron la pintura en
tan mal estado que muy pronto era ya imposible reconocer lo que había sido
pintado en ella. En 1577 la deteriorada imagen fue llevada al sitio de
Chiquinquirá y abandonada en el cuarto que tiempo atrás sirviera de oratorio a
la familia. Ocho años más tarde llegó a este lugar María Ramos, una
piadosa sevillana, cuñada del difunto Santana, quien después de arreglar y
limpiar la modesta capilla colocó en ella el borroso lienzo que un día llevara
la imagen de la Virgen del Rosario. El viernes 26 de diciembre de 1586,
se disponía a salir de la capilla, cuando una india cristiana le llamó la
atención hacia la imagen, que aparecía rodeada de vivos resplandores. Volvió el
rostro María Ramos y fue grande su asombro al advertir la transformación que se
había obrado en el lienzo, cuyos colores, antes tan borrosos y desteñidos,
aparecían ahora vivos y claros: había recobrado prodigiosamente su color
y su brillo original en una restauración instantánea, que cerró los rasguños y
agujeros de la tela cubriéndolos de luz y color.
La Virgen del Rosario que ocupa el centro
del cuadro mide aproximadamente un metro de alto; su mirada se vuelve hacia la
izquierda, desviando la atención hacia el Niño casi desnudo que lleva en sus
brazos. Es una imagen serena cuya delicada sonrisa irradia gran
dulzura. El color de su rostro es pálido, lo mismo que el del Niño.
Curiosamente, éste lleva en la mano derecha un pajarito de vivo plumaje que un
cordel sujeta a su dedo pulgar y de la mano izquierda deja colgar un pequeño
rosario.
Nuestra Madre apoya su cuerpo sobre una
media luna, en una posición que sugiere que va de camino. Cubre su cabeza
una toca blanca recogida sobre el pecho, y un manto azul celeste envuelve su
vestido de color rosado. Con el dedo meñique de su mano izquierda sostiene un
rosario que le cae en el medio del cuerpo y en la mano derecha porta un cetro
de reina. El cuadro conserva las huellas del pasado deterioro y es cosa notable
el que las figuras, que de cerca se ven imprecisas o borrosas, adquieren su relieve
y profundidad cuando se observan a cierta distancia. Al lienzo se le han
superpuesto dos coronas, un cetro, dos rosarios y 27 escudos de oro que dan un
hermoso relieve al cuadro, cuyo marco, formado por semicircunferencias de
plata, porta las insignias de la condecoración presidencial. Durante
trescientos años el cuadro de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá se presentó
a los fieles sin protección alguna, contándose por millares los objetos que
anualmente tocaban la endeble tela de algodón. Los devotos usaban largas
varas o cañas para hacer llegar hasta el bendito lienzo diversos objetos de
devoción. Es algo realmente admirable que la tela se conserve intacta, a
pesar de que tanta manipulación, por fuerza debió haber destruido totalmente el
frágil tejido de algodón. Desde 1897 un grueso cristal protege la pintura
de las inclemencias del tiempo y del roce con los devotos peregrinos.
Pío VII la declaró patrona de Colombia en
1829 concediéndole fiesta litúrgica propia. "La Chinita" como
la llama su pueblo, fue coronada canónicamente en 1919 y su santuario declarado
Basílica en 1927.
HIMNO MARIANO
Reina de Colombia, por siempre serás.
Es prenda tu nombre de júbilo y paz.
Desde tu Santuario a nosotros ven pues eres la egregia
Virgen del Rosario, con corona regia ceñirán tu sien.
La Nación entera con culto filial, tus glorias pregona, tu Imagen
venera, y en tu honor entona un Himno Triunfal.
Es prenda tu nombre de júbilo y paz.
Desde tu Santuario a nosotros ven pues eres la egregia
Virgen del Rosario, con corona regia ceñirán tu sien.
La Nación entera con culto filial, tus glorias pregona, tu Imagen
venera, y en tu honor entona un Himno Triunfal.