La Providencia Divina todavía no había terminado la obra encargada a los pastorcitos. La Virgen dijo a Lucía que “con
el fin de prevenir la guerra, vendré para pedir la consagración de
Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros
Sábados de mes”. Lo pidió a Lucía en 1925, 1926 y 1929. Estando en
Pontevedra, el 10 de diciembre de 1925 se le apareció la Virgen a Lucía
con el Niño Jesús a su lado, subida en una nube de luz. La Virgen puso
su mano en el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su Corazón
rodeado de espinas. Al mismo tiempo, el Niño Jesús dijo: “Ten
compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas
que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que
haga un acto de reparación para sacárselas.”
Después dijo Nuestra Señora a Lucía:
“Mira,
hija mía, mi corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me
clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura
consolarme y di que a todos los que durante cinco meses en el primer
sábado se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me
hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario
con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte
con las gracias necesarias para su salvación.”
El
15 de febrero de 1926, el Niño Jesús se apareció de nuevo a Lucía,
preguntándole si había difundido la devoción a su Santísima Madre. Lucía
le contó de las dificultades que partían de su confesor y de su
superiora. El Señor respondió:
“Es verdad que tu Superiora sola no puede hacer nada; pero con mi gracia lo puede todo.”
Lucía le habló de la confesión para los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: “Sí;
todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y
tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María.”
En
junio de 1929 la Virgen pidió en una aparición la consagración de Rusia
a su Inmaculado Corazón, prometiendo que de este modo se prevenía la
difusión de sus errores y se adelantaba su conversión. Pero sólo el 20
de diciembre de 1940 Lucía recibió permiso para escribir al Santo Padre
Pío XII pidiéndole esta consagración.
Lucía describe esta aparición de la siguiente manera:
“De
repente toda la Capilla (en las Doroteas de Tuy) se alumbró de una luz
sobrenatural, y una Cruz de luz apareció sobre el altar, llegando hasta
el techo. En la claridad de la parte superior se podía ver la cara de un
hombre y su cuerpo hasta la cintura. En el pecho había una paloma de
luz, y clavado en la Cruz había un cuerpo de otro hombre. Por encima de
la cintura, suspendidos en el aire, podía ver un cáliz y una gran
Hostia, en la cual caían gotas de sangre del rostro de Jesús crucificado
y de la llaga de su costado. Estas gotas, escurriendo en la Hostia,
caían en el cáliz. Debajo del brazo derecho de la Cruz estaba Nuestra
Señora de Fátima, con su Corazón Inmaculado en su mano izquierda, sin
espada ni rosas, pero con una corona de espinas y llamas. Debajo del
brazo izquierdo de la Cruz, grandes letras, como si fuesen de agua
cristalina, que corrían sobre el Altar formando estas palabras: “Gracia y
misericordia”.
Entendí
que era el misterio de la Santísima Trinidad que se me enseñó, y yo
recibí luces acerca de este misterio, que no se me permite revelar.
La Virgen me dijo:
“Ha
venido el momento en que Dios pide al Santo Padre que en unión con
todos los Obispos del mundo haga la consagración de Rusia a mi Corazón,
prometiendo salvarla por este medio.”
Pío
XII cumplió en parte este deseo de la Virgen consagrando el mundo con
mención especial de Rusia, el 31 de octubre de 1942, al Inmaculado
Corazón de María y haciendo la consagración especial sólo de Rusia el 7
de julio de 1952, con estas palabras:
“Como
hace algunos años consagramos todo el género humano al Corazón
Inmaculado de la Virgen, Madre de Dios, así ahora, de un modo
especialísimo, dedicamos y consagramos todos los pueblos de Rusia al
mismo Inmaculado Corazón.”
Decimos “en parte” puesto que no fue en unión con todos los obispos del mundo.
Tampoco las consagraciones de Pablo VI (1965) y de Juan Pablo II (1982) fueron completas.
En
cambio, la que hizo Juan Pablo II (1984) en Roma ante la imagen de
Fátima fue, según Lucía, conforme a los deseos de la Virgen.
El
13 de mayo de 1981, festividad de la Virgen de Fátima, el papa sufrió
un atentado en Roma. Desde entonces la imagen de la Virgen de Fátima
tiene en su corona la bala que al Papa le fue extraída del vientre.
El 13 de junio de 1994 el Papa, reunido en Roma con los Cardenales de todo el mundo, dijo:
“A
mí se me ha dado comprender, de modo especial el mensaje de la Virgen
de Fátima; la primera vez el 13 de mayo de 1981 en el momento del
atentado a la vida del Papa, y después de nuevo hacia el final de la
década de los ochenta con ocasión del hundimiento del comunismo en los
países del bloque soviético. Pienso que se trata de una experiencia
bastante transparente para todos.”
Fuente: "El Mensaje de Fátima. Habla Lucía". Ediciones "Sol de Fátima"