Que el Arcángel
Rafael,
médico de nuestra salvación,
nos asista desde el cielo,
a fin de que sane nuestras dolencias,
y guíe nuestros pasos vacilantes
a la verdadera vida.
(Himno)
médico de nuestra salvación,
nos asista desde el cielo,
a fin de que sane nuestras dolencias,
y guíe nuestros pasos vacilantes
a la verdadera vida.
(Himno)
San Rafael es uno de los siete espíritus que están siempre delante de Dios, y
le ofrecen el incienso de su oración y de la de los hombres. Cuando tú orabas,
dijo San Rafael a Tobías, con lágrimas, y enterrabas los muertos, y te
levantabas de la mesa a media comida, y escondías de día los muertos en tu
casa, y los enterrabas de noche, yo presentaba tu oración al Señor. Y por lo
mismo que eras acepto a Dios, fué preciso que la tentación te probase.
Tobías quedóse ciego; pero "la pérdida de la vista -dice San Agustín-
fue ocasión de que el venerable anciano recibiese la visita de un médico celestial".
San Rafael, cuyo nombre significa Medicina de Dios, fue enviado por
Dios, como el ángel agitador del agua de la piscina probática, para curar a
Tobías. Indicó al joven Tobías el remedio a propósito para devolver la vista a
su padre, le buscó una esposa y ahuyentó al demonio.
ORACIÓN
Alabemos con muestras de veneración a todos los príncipes de la corte
celestial, y en especial al Arcángel Rafael, médico y compañero fiel, vencedor
del demonio. ¡Oh Cristo, Rey bondadosísimo! Haz que con tal guarda, el enemigo
no nos cause daño alguno.