24 de marzo
SAN PIGMENO,
Mártir
SAN PIGMENO,
Mártir
Caminad, pues, mientras tenéis luz, para
que las
tinieblas no os sorprendan, que quien anda en tinieblas,
no sabe adonde va.
(Juan, 12, 35).
tinieblas no os sorprendan, que quien anda en tinieblas,
no sabe adonde va.
(Juan, 12, 35).
Este santo, que había enseñado la Religión verdadera a Juliano el
Apóstata, fue desterrado por este emperador por dar sepultura a los mártires. Durante su estada en Persia,
quedó ciego y, por orden del cielo, volvió a Roma. Habiéndolo encontrado
Juliano le dijo: Agradezco a los dioses por la felicidad que me conceden de ver a
Pigmeno. Y yo, replicóle el Santo, doy gracias al Dios del cielo por ahorrarme
la vista de un emperador idólatra. Irritado el apóstata con esta respuesta, lo hizo arrojar al
Tíber
MEDITACIÓN
SOBRE LAS TRES CLASES
DE CEGUERA
SOBRE LAS TRES CLASES
DE CEGUERA
I. Es preciso ser ciego
en este mundo sometiendo la
razón a la fe, creyendo lo que no se ve, y lo que no se puede
comprender. De este modo debes creer en los misterios de la Santísima
Trinidad, de la Eucaristía y tantos otros que nos propone Dios por medio
de su Iglesia. ¿Puedo acaso sorprenderme si no comprendo misterios tan
elevados, si ni siquiera comprendo lo que soy, lo que tengo ante mis
ojos, lo que pasa en mi interior? Dios no
sería Dios si pudiésemos comprenderlo. Yo creo porque Dios lo ha
dicho. La palabra divina es, para mí, prueba
suficiente. (Salviano).
II. Debes ser ciego para no
ver lo que sea capaz
de conducirte al mal. Vigila tus ojos: ellos son los
que introducen en tu alma la turbación, el fuego y el desorden. Jamás
mires lo que no puedes desear ni poseer sin pecado. Los ojos son las
puertas del
corazón; por ellas penetran en él la mayoría de los vicios; y por
ellas salen la
devoción, la humildad y la pureza. Aparta mis ojos, Señor, a fin de que no vean la vanidad. (Salmo).
III. No mires las faltas
ajenas, si a ello no te obligan los deberes de tu estado; no tengas
ojos sino para sus buenas cualidades y para las gracias que Dios
les hizo. Si sigues este consejo no te tentará el orgullo comparándote
con los demás, y no los
menospreciarás viendo sus defectos. Piensa en ti, examínate a ti
mismo: no se te pedirá cuenta de la vida de los demás, sino de la tuya.
La fe
Orad por los ciegos.
Orad por los ciegos.
Dios omnipotente, haced, os lo suplicamos, que la
intercesión del bienaventurado Pigmeno, vuestro mártir, cuyo feliz nacimiento al cielo celebramos, nos
fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.