17 de julio
SAN ALEJO,
Confesor
SAN ALEJO,
Confesor
Quienquiera haya dejado casa o hermanos,
o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos,
o heredades, por causa de mi nombre, recibirá
el ciento por uno y poseerá la vida eterna.
(Mateo, 19,29).
o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos,
o heredades, por causa de mi nombre, recibirá
el ciento por uno y poseerá la vida eterna.
(Mateo, 19,29).
San Alejo dejó a su esposa el mismo día
de su casamiento, y se retiró a la ciudad de Édesa, donde distribuyó sus bienes
entre los pobres y mendigó por espacio de 17 años, hasta que sus milagros lo
dieron a conocer. Embarcóse entonces para Sicilia; pero una tempestad lo arrojó
al puerto de Ostia. Recibido como extraño en la casa de su padre, vivió en ella
17 años, desconocido de todos, sufriendo las afrentas de sus propios
sirvientes, y oyendo a toda hora los lamentos con que lo recordaban sus padres
y su esposa. Una esquela que se encontró con él después de su muerte, dio a
conocer su nombre y la historia de su vida. Murió en los comienzos del siglo V.
I. Alejo dejó su esposa y todas las ventajas de una gran
fortuna, para vivir en la pobreza y en la castidad. ¿Puedes esperar tú iguales
riquezas, placeres y honores? ¿De dónde, pues, procede que no tengas la misma
estima y el mismo amor por la pobreza? Es que, sumergido por entero en las
cosas de la tierra, no piensas ni en el paraíso ni en el infierno. Si meditases
estas grandes verdades, sin pena dejarías los placeres de este mundo para
encontrar otros más puros y duraderos en el cielo. Abandonemos los placeres y no los
extrañaremos. (Tertuliano).
II. San Alejo volvió a la casa paterna
para triunfar del amor de las riquezas, de los honores y de los placeres, no ya
mediante su huída, sino en franca lucha. ¡Qué cruel fue este combate! ¡Qué
difícil hubiera sido obtener victoria, si Dios, que le había inspirado ese
proyecto, no le hubiese proporcionado la fuerza para vencer! Tú, que estás en
el mundo, no te excuses alegando sus tentaciones ni sus ocasiones. ¿Qué son tus
tentaciones comparadas con las de San Alejo? Avergüénzate más bien de tu
flaqueza.
III. ¡Cuál no habrá sido la alegría de
Alejo, en la hora de la muerte, por haber vencido al mundo, al demonio y a la
carne! ¡Ah! ¡cuánto más consuelo habrá tenido de morir pobre, casto y
desconocido, que de morir después de haber gozado de los bienes que su mismo
nacimiento le aseguraba! ¿Quieres morir como San Alejo? Imítalo e implora a
menudo su socorro. Vive santamente, y la muerte perderá para ti todo su horror. No se ha de mirar la muerte como un
mal cuando ha sido precedida de una buena vida.(San Agustín).
El desprecio del mundo
Orad por los agonizantes.
Orad por los agonizantes.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos dais
un nuevo motivo de alegría con la fiesta del bienaventurado Alejo, vuestro
confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido
en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C. N. S. Amén.