He venido a poner fuego en la tierra,
y ¿qué he de desear sino que arda?
(Lucas, 12, 49).
y ¿qué he de desear sino que arda?
(Lucas, 12, 49).
San Buenaventura, gloria y ornato de la Orden
de San Francisco, ha sido llamado Doctor seráfico a causa de su profunda
ciencia y de su ardiente
caridad. El recuerdo de la Pasión de Jesucristo era el tema ordinario de
su meditación, y
la devoción especial que tenía al Santísimo Sacramento le hizo merecer
el honor de recibir la
Comunión de manos de un ángel. Murió en 1274, durante el concilio de
Lyon, en el cual había intervenido brillantemente como obispo de Albano.
I. El Doctor seráfico fue discípulo de Cristo
crucificado. En sus adorables llagas era donde leía el amor de
Jesucristo por nosotros, y donde aprendía a amarlo él, a su vez. Todos
sus escritos están
impregnados de una tierna devoción para con Jesucristo expirando en la
cruz y oculto en la Eucaristía. ¿Qué amor tienes tú por Dios? ¿Qué
haces por Jesucristo que tanto ha sufrido por ti? Sabios del siglo, sin
este
amor vuestra ciencia sólo es vanidad.
II. Jesús clavado en la cruz enseñó a San Buenaventura la humildad, el amor a la abyección y el
desprecio de las dignidades. Esta virtud se reveló en todo su esplendor cuando los cardenales se dejaron
dirigir por sus consejos para elegir al Papa. ¡Qué incomparable índice de su santidad!
Sabíase que el Espíritu Santo hablaba por su boca. Gregorio X, entonces elegido, lo hizo cardenal. El que se
ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. (Evangelio).
III. La tercera virtud que San Buenaventura aprendió de
Jesús crucificado fue el amor a los sufrimientos. ¿Buscas la cruz? ¿No
huyes más bien de la que Dios te
envía? Imita al Doctor seráfico; en adelante muéstrate discípulo de
Jesús crucificado.
En todas las acciones, mostremos que somos discípulos de un Maestro que ha sido clavado en la cruz.
(San Pedro Damián).
El amor a Dios
Orad por el Colegio de Cardenales.
Orad por el Colegio de Cardenales.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis enseñado a vuestro pueblo la ciencia de la salvación eterna por el ministerio
de San Buenaventura, dignaos hacer que después de haberlo tenido en la tierra como doctor y guía,
merezcamos tenerlo como intercesor en el cielo. Por N. S.J.C. Amén.