Fiel es esta palabra:
Si hemos muerto con Él
también con Él viviremos.
(2 Timoteo, 2)
Si hemos muerto con Él
también con Él viviremos.
(2 Timoteo, 2)
Santa Brígida, noble dama sueca, nacida
en 1302, pronto dio muestras de una gran devoción a la Pasión de Jesucristo.
Después de un sermón relativo a sus padecimientos, se le apareció el Salvador
ensangrentado. De tal modo la conmovió este espectáculo, que desde entonces no
podía oír hablar de la Pasión sin verter abundantes lágrimas. Todas las noches
se levantaba para orar a Dios ante su crucifijo. Dejó a la posteridad sus
maravillosas Revelaciones. Contrajo matrimonio con Ulf, del que
tuvo ocho hijos. Fundó después una Orden que lleva su nombre; entró de
religiosa en ella y su marido en la Orden del Cister. Visitó Jerusalén y murió
en Roma el 23 de julio de 1373.
I. Debes alejar de ti, mediante la
mortificación, todo lo que pueda llevarte al pecado mortal; no es éste un
consejo, es un verdadero precepto. Si te expones a las ocasiones de ofender a
Dios, en ellas perecerás. El Evangelio te manda arrancarte el ojo y la mano que
te escandalicen, es decir, dejar aquello que más quieras, cuando sea para ti
ocasión de ofender a Dios. ¿Lo haces?
II. En la medida en que
puedas, abstente de los placeres permitidos. Cuanto más te despegues de las
consolaciones de la tierra, tanto más gustarás los gozos del cielo. Esta
mortificación te impedirá caer en pecado. Un momento de sufrimiento en esta
vida me librará de largos días de dolor en el purgatorio: ¿por qué, pues,
he de amar mis comodidades al punto de no querer sufrir nada? Sed al mismo tiempo sacerdotes y
víctimas, perseguidores y mártires. (San Eusebio).
III. Aun cuando la mortificación no me
ofreciese más ventaja que la de hacerme semejante a mi Salvador crucificado,
¿no sería suficiente para hacérmela amable? Ella me hace recordar lo que Él ha
sufrido por mí. ¡Oh alma mía! ¿dónde está el amor que tienes por Jesús? Si lo
amas, debes asemejarte a Él; si rehúsas participar de sus padecimientos, no
esperes participar de su gloria. ¿Tan poco amor tengo por ti, oh Dios que tanto
me amasteis, que puedo vivir sin dolor viéndote en la cruz? No puedo estar sin heridas cuando te
veo cubierto de llagas. (San Buenaventura).
La mortificación - Orad
por la conversión de los cismáticos.
por la conversión de los cismáticos.
ORACIÓN
Señor Dios nuestro, que, por vuestro
Unigénito Hijo, habéis revelado a Santa Brígida los secretos del cielo, haced,
por su piadosa intercesión, que vuestros servidores un día se regocijen
eternamente en la posesión de vuestra gloria. Por J. C. N. S. Amén.