La voluntad de Dios es que seáis santos.
(1 Tesalonicenses, 4, 3).
(1 Tesalonicenses, 4, 3).
San Eusebio, obispo de Verceil, fue exilado en
Palestina por haber sostenido, en el Concilio de Milán, la fe de Nicea contra
los obispos arrianos protegidos por el emperador Constancio. Las cartas que
escribió a su pueblo desde el fondo de su confinamiento nos revelan la inaudita
crueldad de los arrianos para con él y la admirable firmeza de su fe. Después de
la muerte de Constancio, no quiso aprovecharse del permiso concedido a los
obispos exilados para volver a sus diócesis, sino después de haber asistido al
Concilio de Alejandría, y recorrido las provincias de Oriente inficionadas de
arrianismo para hacer volver a los extraviados. Murió en Verceil hacia el año
370.
I. Nunca entrarás en el cielo, si no
imitas a los santos, y no los imitarás si la lectura de su vida no te enseña lo
que hicieron. Consagra todos los días algunos instantes a esta lectura; y, si
puedes, reúne a tus servidores para hacer esta lectura en común. ¡Tanto tiempo
se pierde en conversar con los hombres, y no se encuentra ni siquiera un momento
libre para platicar con los santos!
II. Esfuérzate en imitar, en la medida en que
lo puedas, las virtudes que notes en la vida de los santos. Considera, sobre
todo, que ellos han estado unidos a Dios mediante la oración, que han sido
austeros para consigo y caritativos para con el prójimo. Ningún santo
encontrarás que no haya tenido estas tres cualidades. ¿Las posees tú ? Sin ellas
no hay que esperar el paraíso. No basta, para ir al cielo, profesar la religión
cristiana en cuyo seno vivieron ellos; es preciso también conformar nuestras
costumbres a la santidad de nuestra fe ya los buenos ejemplos que nos dieron.
De nada nos servirá que nuestra religión sea buena, si nuestra vida es mala.
(Salviano).
III. Elige como patrono a un santo que se haya
encontrado en posición parecida a la tuya, y regula tu conducta con sus
ejemplos. Imita también las virtudes del santo cuyo nombre tienes, y del que
hayas elegido cada mes como protector especial tuyo. En todas tus necesidades
temporales y espirituales, recurre a los santos. Examina tu vida: ¿a qué santos
imitas? ¿Acaso no sigues un camino totalmente opuesto al que ellos recorrieron?
¡Ten cuidado! Aprende de uno la humildad, de otro la paciencia: que uno te
enseñe el silencio, otro la dulzura. (San Jerónimo).
La imitación de los santos
Orad por las órdenes religiosas.
ORACIÓN
Oh Dios, que cada año nos
proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado
Eusebio, vuestro mártir pontífice, haced que honrando su nacimiento al cielo,
experimentemos los efectos de su protección. Por J. C. N. S.
Amén.
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Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)
