sábado, 11 de agosto de 2012

SÁBADO DE LA DECIMOCTAVA SEMANA




PRIMERA LECTURA
El justo vivirá por su fe
Lectura del Profeta Habacuc 1, 12 - 2, 4
¿No eres tú, Señor, desde antiguo
mi santo Dios que no muere?
¿Has destinado al pueblo de los caldeos para castigo;
oh Roca, le encomendaste la sentencia?
Tus ojos son demasiado puros para mirar el mal,
no puedes contemplar la opresión.
¿Por qué contemplas en silencio a los bandidos,
cuando el malvado devora al inocente?
Tú hiciste a los hombres como peces del mar,
como reptiles sin jefe:
los saca a todos con el anzuelo,
los apresa en la red,
los reúne en la cesta
y después ríe de gozo;
ofrece sacrificios al anzuelo,
incienso a la red,
porque en ellos cogió rica presa,
comida abundante.
¿Seguirá vaciando sus redes?
¿matando pueblos sin compasión?
Me pondré de centinela,
en pie vigilaré;
velaré para escuchar lo que me dice,
qué responde a mis quejas.
El Señor me respondió así:
–Escribe la visión, grábala en tablillas,
de modo que se lea de corrido.
La visión espera su momento,
se acercará su término y no fallará;
si tarda, espera,
porque ha de llegar sin retrasarse.
El injusto tiene el alma hinchada,
pero el justo vivirá por su fe.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 9, 8-9. 10-11. 12-13
R.  No abandonas, Señor, a los que te buscan.
Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
El juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. R.
El será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro.
Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan. R.
Tañed en honor del Señor, que reside en Sión,
narrad sus hazañas a los pueblos;
él venga la sangre, él recuerda
y no olvida los gritos de los humildes. R.

EVANGELIO
Si tuvierais fe, nada os sería imposible
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 17, 14-19
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas:
–Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo.
Jesús contestó:
¡Gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo. Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte:
–¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?
Les contestó:
–Por vuestra poca fe.
Os aseguro que, si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría.
Nada os sería imposible.
Palabra del Señor.