15 de marzo
SAN LONGINOS,
Mártir
SAN LONGINOS,
Mártir
El centurión y los que con él estaban guardando a
Jesús, visto el terremoto y las cosas que sucedían,
se llenaron de grande temor, y decían: Verdaderamente
que este hombre era Hijo de Dios.
(Mateo, 27,54).
Jesús, visto el terremoto y las cosas que sucedían,
se llenaron de grande temor, y decían: Verdaderamente
que este hombre era Hijo de Dios.
(Mateo, 27,54).
El Santo, cuya fiesta celebramos hoy, se dice que es
el soldado que con un lanzazo abrió el costado de Jesús en la cruz. La
llaga que hizo en el Corazón adorable del Salvador fue, para él, la
puerta de
salvación, y la sangre que de ella brotó, el baño sagrado que lavó su
iniquidad. Dio testimonio del Salvador en su resurrección, y murió
mártir.
MEDITACIÓN
SOBRE LAS LLAGAS
DE JESUCRISTO
SOBRE LAS LLAGAS
DE JESUCRISTO
I. Para amar a Jesucristo, basta mirar las sagradas
llagas que florecen en sus pies, en sus manos y en su adorable costado.
¿Podría no amarte, oh dulce Jesús, contemplando lo que sufriste por mi amor?
Me arrancaste del infierno derramando por mí tu sangre toda; me diste todos los
méritos de tu santa Pasión. Penetremos, alma mía, hasta el Corazón de Jesús
por la abierta llaga de su costado; hablémosle y oigamos lo que nos dirá. A
través de las llagas de su Corazón, entreveo los secretos de su Corazón. (San
Agustín).
II. ¿Estás tentado de desesperación a la vista de
los pecados que cometiste y de las dificultades que encuentras en el camino del
cielo? ¿Te sientes proclive al orgullo, a la lujuria o a algún otro pecado?
Refúgiate en la llaga del costado de Jesús; óyele decir: "¿Podría
querer tu muerte, hijo mío, Yo, que he muerto por ti? y tú, ¿querrías
ofenderme después de todo el bien que te he hecho? Si mi Padre ha castigado con
tanta severidad en mí el pecado de Adán, ¿te perdonaría a ti si lo
ofendes?"
III. ¿Estás afligido, abrumado de dolor, cargado
de oprobios, sin apoyo, sin consuelo? Refúgiate en el Corazón de Jesús. He
ahí tu asilo; en él encontrarás un consolador y un amigo. Confíale tus
penas, tus sinsabores, tus inquietudes; cuéntale todos tus sufrimientos, pero,
a tu vez, escúchale cuando te diga los suyos. Extiende Él los brazos en la
cruz para abrazarte, abre su corazón para recibirte en él. No desprecies,
Señor, la obra de tus manos; considera, te suplico, las heridas que las
atraviesan. (San Agustín).
La devoción a las sacratísimas llagas de Jesús
Orad por la conversión de los pecadores.
Orad por la conversión de los pecadores.
Dios todopoderoso, haced, os lo suplicamos, que por la
intercesión del bienaventurado Longinos, sean librados nuestros cuerpos de toda adversidad y
nuestro espíritu de todo mal pensamiento. Por J. C. N. S. Amén.