MEDITACIÓN PARA CADA DÍA
DÍA 21
PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR LA RESTAURACIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA
I
Adonde el infierno dirige con más
ahinco sus ataques es a la sociedad doméstica. Lograr que desaparezca
Jesucristo de la familia, he aquí el blanco de sus deseos. Y, ¡ay Dios! ¡cómo
se va logrando en muchas partes este espantoso deseo de Satanás! Apenas se
encuentra ya en algunos pueblos la familia verdaderamente cristiana. Ciertos
padres y madres de hoy parecen haber desterrado a la Religión de su
hogar, según tienen olvidadas allí todas las prácticas de ella. Apenas se
reza, y en familia, apenas se oye en ella el nombre de Dios. Toda la
importancia se da al interés, a la vanidad, al lujo exagerado, a las
culpables diversiones.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Haceos
cargo también de esta necesidad y acudid a remediarla. Haced vuestras otra
vez estas casas, de donde parece haberos lanzado el demonio vuestro enemigo.
Volved a reinar ¡oh Señor! en nuestros hogares, como en otros templos
consagrados a Vos. Unid a vuestro Divino Corazón los corazones de los padres
y de los hijos, que hoy tienen miserablemente divididos la disipación y el
egoísmo.
¡Oh Sagrado Corazón! Os pedimos hoy más
fervorosamente por esta necesidad, una de las más tristes de nuestros
días.
Medítese unos
minutos.
II
¡Cuán distinta sería la faz del mundo
si volviese a reinar en la familia cristiana el Sagrado Corazón de Jesús!
¡Cual fuera la prudencia de los padres, cual el respeto de los hijos, cual la
fidelidad de los esposos, cual el amor de los hermanos! Cada casa cristiana
sería un vivo trasunto de la Sagrada Familia de Nazaret.
Hoy no reina en muchas de ellas Dios;
pero reinan en cambio el egoísmo, la desconfianza, la relajación de los
vínculos más sagrados. ¡Oh Corazón de Jesús! ¿Es esta la familia cristiana
como Vos la queréis? ¡Ah! No. Es como la quiere el demonio, enemigo de
vuestro nombre y de nuestras almas. Quitadle, pues, ¡oh Divino Jesús! este
señorío a Satanás; recobradlo Vos para no perderlo ya nunca. Sed Vos en la
familia el centro de unión, norma de conducta; den los padres buen ejemplo y
sano consejo; muestren los hijos obediencia y docilidad; esmérense todos en
el cumplimiento de vuestra ley y en el respeto a vuestra Iglesia.
¡Oh Señor! Sed Vos el verdadero Padre
de familias, de todas éstas acá en la tierra, para que juntas formen un día
con Vos, la dichosísima familia del cielo.
Medítese, y
pídase la gracia particular.
Oración y Acto de Consagración |