viernes, 24 de abril de 2020

VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA

PRIMERA LECTURA
Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 34-42
En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a aquellos hombres y dijo:
—«Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. No hace mucho salió un tal Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos sus secuaces, y todo acabó en nada.
Más tarde, cuando el censo, salió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron a todos sus secuaces.
En el caso presente, mi consejo es éste: No os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán; pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra Dios.»
Le dieron la razón y llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 26, 1. 4. 13-14 (R/.: cf. 4ab)
R/. Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R/.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Aleluya Mt 4, 4b
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO
Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.
 +Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 1-15
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
—«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?»
Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
—«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
—«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»
Jesús dijo:
—«Decid a la gente que se siente en el suelo.»
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
—«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que habla hecho, decía:
—«Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.»
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor.

domingo, 19 de abril de 2020

Santa MARÍA FAUSTINA KOWALSKA y la DIVINA MISERICORDIA



1.      Santa María Faustina Kowalska,  apóstol de la divina Misericordia, conocida
actualmente en el mundo entero, ha sido incluida por los teólogos entre los destacados místicos de la Iglesia.

            Nació como la tercera hija entre diez hermanos de una pobre y piadosa familia campesina de la aldea de Glogowiec.  En el santo bautizo, celebrado en la iglesia parroquial de Swinice Warckie, se le impuso el nombre de Elena.  Desde pequeña se destacó por la piedad, el amor a la oración, la laboriosidad y la obediencia, y por una gran sensibilidad ante la pobreza humana.  Su educación escolar no duró ni siquiera tres años:  al cumplir 14 años abandonó la casa familiar para trabajar de sirviente en Aleksandrów y Lodz, y mantenerse a sí misma y ayudar a sus padres.

            Ya desde los 7 años Elena sintió en su alma el llamado a la vida religiosa (dos años antes de recibir la Primera Comunión), pero sus padres no le dieron el permiso para que entrara en el convento.  Ante la negativa, la niña intentó apagar dentro de sí el llamado de Dios; sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente y las palabras de reproche:  “¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás?” (Diario, 9) empezó a buscar ser aceptada en algún convento.  Pero donde llamaba la despedían.  Finalmente, el 1 de agosto de 1925, pasó el umbral de la clausura de la casa de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en la calle Zytnia, en Varsovia.  En su Diario confesó:  “Me pareció que entré en la vida del paraíso.  De mi corazón brotó una sola oración, la de acción de gracias” (Diario, 17).

lunes, 13 de abril de 2020

TIEMPO PASCUAL. LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA
Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 14. 22-33

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra:
—«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchad mis palabras y enteraos bien de lo que pasa. Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis. Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él:
"Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia."
Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy. Pero era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo; cuando dijo que "no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la corrupción", hablaba previendo la resurrección del Mesías. Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.»
Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11 (R/.: 1)

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.


O bien:
Aleluya.


Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R/.


Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R/.


Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.


Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R/.



Aleluya Sal 117, 24
Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.


EVANGELIO
Comunicad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán

 +Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
—«Alegraos.»
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo:
—«No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
—«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Palabra del Señor.

viernes, 10 de abril de 2020

VIERNES SANTO CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

PRIMERA LECTURA
Él fue traspasado por nuestras rebeliones
Lectura del libro de Isaías 52, 13—53, 12
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca;
como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores,
él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 30, 2 y 6. 12-13. 15-16. 17 y 25 (R.: Lc 23, 46)

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tu, que eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tu, el Dios leal, me librarás. R.

Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mí. Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil. R.

Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor. R.


SEGUNDA LECTURA
Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

Hermanos:
Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios.

Versículo antes del evangelio Flp 2, 8-9
Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».

EVANGELIO
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1—19, 42


Prendieron a Jesús y lo ataron

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía
sobre él, se adelantó y les dijo:
+ —«¿A quién buscáis?»
C. Le contestaron:
S. —«A Jesús, el Nazareno.»
C. Les dijo Jesús:
+ —«Yo soy.»
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ —«¿A quién buscáis?»
C. Ellos dijeron:
S. —«A Jesús, el Nazareno.»
C. Jesús contestó:
+ —«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.»
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ —«Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»


Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.»
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:
S. —«¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»
C. Él dijo:
S. —«No lo soy.»
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina.
Jesús le contestó:
+ —«Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. —«¿Así contestas al sumo sacerdote?»
C. Jesús respondió:
+ —«Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.


¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. —«¿No eres tú también de sus discípulos?»
C. Él lo negó, diciendo:
S. —«No lo soy.»
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien
Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. —«¿No te he visto yo con él en el huerto?»
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.


Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. —«¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»
C. Le contestaron:
S. —«Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»
C. Pilato les dijo:
S. —«Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»
C. Los judíos le dijeron:
S. —«No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. —«¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó:
+ —«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
C. Pilato replicó:
S. —«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han
entregado a mi; ¿qué has hecho?»
C. Jesús le contestó:
+`—«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
C. Pilato le dijo:
S. —«Conque, ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó:
+ —«Tu lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo:
para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
C. Pilato le dijo:
S. —«Y, ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. —«Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Volvieron a gritar:
S. —«A ése no, a Barrabás.»
C. El tal Barrabás era un bandido.


¡Salve, rey de los judíos!!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color purpura; y, acercándose a él, le decían:
S. —«¡Salve, rey de los judíos!»
C. Y le daban bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. —«Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. —«Aquí lo tenéis.»
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: S. —«¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. —«Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»
C. Los judíos le contestaron:
S. —«Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asusto aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. —«¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le dio respuesta.
Y Pilato le dijo:
S. —«¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»
C. Jesús le contestó:
+ —«No tendrías ninguna autoridad sobre mi, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»


Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. —«Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra
el César.»
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Y dijo Pilato a los judíos:
S. —«Aquí tenéis a vuestro rey.»
C. Ellos gritaron:
S. —«¡Fuera, fuera; crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. —«¿A vuestro rey voy a crucificar?»
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. —«No tenemos más rey que al César.»
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.


Lo crucificaron, y con el a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.»
Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. —«No escribas "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos."»
C. Pilato les contestó:
S. —«Lo escrito, escrito está.»


Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. —«No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica.»
Esto hicieron los soldados.


Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, Maria, la de Cleofás, y Maria, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
+ —«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
C. Luego, dijo al discípulo:
+ —«Ahí tienes a tu madre.»
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.


Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
+ —«Tengo sed.»
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ —«Está cumplido.»
C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.


Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»


Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra del Señor.

jueves, 9 de abril de 2020

JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR



MISA DE LA CENA DEL SEÑOR

PRIMERA LECTURA
Prescripciones sobre la cena pascual
Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: —«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.
Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor.
Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de
Egipto. Yo soy el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis; cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto.
Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones."»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 (R.: cf. 1 Co 10, 16)

R. El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.


¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R.


Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. R.


Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R.



SEGUNDA LECTURA
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
—«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.


Versículo antes del evangelio Jn 13, 34
Os doy un mandamiento nuevo —dice el Señor—: que os améis unos a otros, como yo os he amado.


EVANGELIO
Los amó hasta el extremo

 +Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
—«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:
—«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo:
—«No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó:
—«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo:
—«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo:
—«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
—«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»
Palabra del Señor.

JUEVES SANTO. MISA CRISMAL

JUEVES SANTO
MISA CRISMAL

PRIMERA LECTURA
El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la Buena Noticia a los que sufren y para derramar sobre ellos perfume de fiesta
Lectura del Profeta Isaías 61, 1-3a. 6a. 8b-9.
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad;
para proclamar el año de gracia del Señor, el día del desquite de nuestro Dios;
para consolar a los afligidos, los afligidos de Sión;
para cambiar su ceniza en corona, su traje de luto en perfume de fiesta, su abatimiento en cánticos.
Vosotros os llamaréis «Sacerdotes del Señor», dirán de vosotros: «Ministros de nuestro Dios».
Les daré su salario fielmente y haré con ellos un pacto perpetuo.
Su estirpe será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 88, 21-22. 25 y 27
V/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

V/. Encontré a David mi siervo y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso.
R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

V/. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder.
El me invocará : «Tú eres mi Padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.


SEGUNDA LECTURA
Cristo nos ha convertido en su reino y nos ha hecho sacerdotes de Dios, su Padre
Lectura del Libro del Apocalipsis 1, 5-8.
Gracia y paz a vosotros de parte de Jesucristo, el Testigo fiel,
el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra.
A aquel que nos amó,
nos ha librado de nuestros pecados por su sangre,
nos ha convertido en un reino,
y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.
A Él la gloria y el poder
por los siglos de los siglos. Amén.
Mirad: El viene en las nubes.
Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron.
Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén.
Dice Dios:
Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene,
el Todopoderoso.
Palabra de Dios

Versículo antes del Evangelio Is 61, 1
El Espíritu del Señor está sobre mí.
Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres.

EVANGELIO
El Espíritu del Señor esté sobre mi, porque él me ha ungido
 +Lectura del santo Evangelio según San Lucas 4, 16-21.
En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba, y se sentó.
Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
—Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Palabra del Señor

miércoles, 8 de abril de 2020

MIÉRCOLES SANTO


PRIMERA LECTURA
No me tapé el rostro ante ultrajes

Lectura del libro de Isaías 50, 4-9a

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí?? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mi? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34 (R/.: 14c y b)
R/. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor.


Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.


La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. Espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. R/.


Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R/.



Versículo antes del evangelio
Salve, Rey nuestro,
solamente tú te has compadecido de nuestros errores.


O bien:
Salve, Rey nuestro, obediente al Padre; fuiste llevado a la crucifixión, como manso cordero a la matanza.


EVANGELIO
El Hijo del hombre se va, como está escrito;
pero, ¡ay del que va a entregarlo!

 +Lectura del santo evangelio según san Mateo 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
—«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
—«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
—«Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
—«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
—«¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
—«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
—«¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
—«Tú lo has dicho.»
Palabra del Señor.

martes, 7 de abril de 2020

MARTES SANTO


PRIMERA LECTURA
Te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra

Lectura del libro de Isaías 49, 1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.»
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel —tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza—: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Palabra de Dios.


Salmo responsorial
Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17 (R/.: cf. 15)

R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.


A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. R/.


Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.


Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. R/.


Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R/.



Versículo antes del evangelio
Salve, Rey nuestro, obediente al Padre; fuiste llevado a la crucifixión, como manso cordero a la matanza.
 

EVANGELIO
Uno de vosotros me va a entregar...
No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces

+Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:
—«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
—«Señor, ¿quién es?»
Le contestó Jesús:
—«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.»
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
—«Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.»
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:
—«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificara en sí mismo: pronto lo glorificara. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir."»
Simón Pedro le dijo:
—«Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió:
—«Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me
acompañarás más tarde.»
Pedro replicó:
—«Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi
vida por ti.» Jesús le contestó: —«¿Con que darás tu vida por mi? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres voces.»
Palabra del Señor.

lunes, 6 de abril de 2020

SEMANA SANTA LUNES SANTO


PRIMERA LECTURA
No gritará, no voceará por las calles

Lectura del libro de Isaías 42, 1-7

Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.»
Así dice el Señor Dios, que creó y desplegó los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, dio el respiro al pueblo que la habita y el aliento a los que se mueven en ella:
«Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 26, 1. 2. 3. 13-14 (R/.: 1a)
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R/.

Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R/.

Si un ejército acampa contra mi, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/.


Versículo antes del evangelio
Salve, Rey nuestro,
solamente tú te has compadecido de nuestros errores.

EVANGELIO
Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura

 +Lectura del santo evangelio según san Juan 12,1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servia, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugo con su cabellera. Y la casa se lleno de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
—«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?»
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando.
Jesús dijo:
—«Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.»
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor.