30 de marzo
SAN JUAN CLÍMACO,
Abad
El mundo pasa con su
concupiscencia.
Mas el que hace la voluntad de Dios
permanece eternamente.
(1 Juan, 2,17).
Mas el que hace la voluntad de Dios
permanece eternamente.
(1 Juan, 2,17).
San Juan Clímaco subió al cielo
por la escala que nos presenta, pues todo lo que enseña en su hermoso
libro titulado Escala Espiritual, él mismo lo practicó. Dejó el
mundo y se hizo monje a la edad de 16 años. Su vida desde entonces fue una
mortificación continua. Empleaba su tiempo en llorar sus pecados, en
conversar con Dios, o bien en componer libros destinados a instruir y
edificar al prójimo. Fue nombrado abad del Monte Sinaí, y murió a la edad
de 80 años apenas transcurrida la primera mitad del siglo VII.
MEDITACIÓN
SOBRE LOS TRES GRADOS DE LA SUBIDA HACIA DIOS
I. El primer grado de la perfección es el
desprecio del mundo y de todo aquello que ama el mundo: honores,
placeres y riquezas. Vanos son los honores del mundo; criminales sus
placeres; peligrosas sus riquezas. ¡Qué difícil es llegar a este grado!
¡Cuánta virtud se necesita para pisotear lo que adoran los hombres! Pero,
lo que es difícil no es imposible. sobre todo si consideran que el mundo
pasa con su concupiscencia, y que es preferible abandonarlo a él antes que
ser por él abandonados.
II. El segundo grado es la
abnegación de uno mismo. Has de renunciar a tus placeres, a tus más caras
inclinaciones, a tu propia voluntad, has de triunfar de ti mismo en todo.
Fácil es decirlo, pero difícil hacerlo. Es necesario, sin embargo, porque
nada harías abandonando el mundo, si no renuncias a ti mismo. Es pues
menester que, en adelante, sea mi propio enemigo, que me declare la
guerra, que luche contra todas las inclinaciones de la naturaleza
corrompida.
III. El tercer grado es la
conformidad con la voluntad de Dios en todo y en cualquier parte. Si
llegaste ya a este estado, di que has encontrado un paraíso en este mundo;
serás feliz y habrás encontrado todas las virtudes. Dios mío, enseñadme a
hacer vuestra santa voluntad. Si Vos no me enseñáis este secreto, haré
yo mi propia voluntad y Vos me abandonaréis; no seréis mi Dios mientras
sea yo mi señor. (San Agustín).
El deseo de la perfección
Orad por los que tienen vocación religiosa.
ORACIÓN
Haced,
Señor, os suplicamos, que la intercesión de San Juan Clímaco, abad, nos
torne agradables a Vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus
ruegos lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S.
Amén.
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