sábado, 4 de agosto de 2012

San Juan María Vianney, presbítero. Memoria


4 de agosto
San Juan María Vianney, presbítero
Memoria
PRIMERA LECTURA
Te he puesto como centinela del pueblo de Israel
Lectura del profeta Ezequiel 3, 16b-21
El Señor me habló y me dijo a mí, Ezequiel:
«Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, se la anunciarás de mi parte.
Si yo le digo al malvado que es reo de muerte, y tú no se lo adviertes para que cambie su mala conducta y conserve la vida, entonces el malvado morirá por su culpa, pero yo te pediré cuentas de su vida. Pero si tú se lo adviertes y no se arrepiente de su maldad y de su mala conducta, entonces él morirá por su culpa y tú salvarás tu vida.
Y si el justo se aparta de su vida justa y comete maldades, yo le pondré un tropiezo y morirá. Porque no se lo advertiste va a morir por su pecado y no se tendrán en cuenta las buenas obras que hizo, pero a ti te pediré cuentas de su vida. Y, por el contrario, si tú le adviertes al justo para que no peque y él no peca, ciertamente conservará su vida, porque se lo advertiste, y tú también salvarás tu vida».
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 116
R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que alaben al Señor todos los pueblos,
que todas las naciones lo festejen. R.
Porque grande es su amor hacia nosotros
y su fidelidad dura por siempre. R.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación a los cautivos.
Aleluya.

EVANGELIO
Al ver a la multitud, se compadeció de ella
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 35-38; 10, 1
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
«La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos».
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Palabra del Señor.