sábado, 9 de mayo de 2015

Mes de María



Mes de María






Acto de contricción
    Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. También me pesa porque podéis castigarme con las penas eternas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.



Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza,
a ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
yo te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.



ORACIÓN

      Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno que haya acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de vos. Animado con esta confianza, a vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh Madre de Dios, mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas favorablemente. Así sea.

      Pidamos las gracias, que deseamos conseguir hoy por intercesión de nuestra Madre, María… Y para ello, la saludaremos con cinco Avemarías y las jaculatorias siguientes:

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordaos de mí, miserable pecador.
Avemaría

Acueducto de las divinas gracias, concededme abundancia de lágrimas, para llorar mis pecados.
Avemaría

Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de los enemigos de mi alma.
Avemaría

Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación.
Avemaría

Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte y abridme las puertas del cielo.
Avemaría

    Gloria al padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


ORACIÓN FINAL

    ¡Oh Señora mía! ¡Oh, Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra.

    Madre, aquí tenéis a vuestro hijo. (3 veces)

    En vos, Madre mía dulcísima, he puesto toda mi confianza y nunca jamás seré confundido. Amén.


     Ofrezcamos cada día a la santísima Virgen un obsequio o flor espiritual: obras de misericordia, de piedad, de vencimiento propio, etc.


OFRECIMIENTO A MARÍA DE LA FLOR ESPIRITUAL

    Oh María, prado amenísimo de las delicias de todo un Dios, huerto cerrado y jardín florido, postrado a vuestras plantas soberanas os ofrezco la flor espiritual de este día, y por ella os suplico me hagáis participante del perfume de vuestras admirables virtudes. Poned estas virtudes en mi corazón, sobre el cual os pido, oh María, dejéis caer el rocío de la divina gracia, de tal manera que dé frutos de justicia y santidad que sean dignos de ser presentados en la mesa del Rey Celestial. Y a esta mesa espero sentarme un día con vos y saciarme de la gloria de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo. Por todos los siglos de los siglos. Amén.