29 de noviembre
Saturnino, obispo de Tolosa, es uno de los santos más populares en
Francia y en España. La Passio Saturnini es ante todo un
documento muy importante para el conocimiento de la antigua Iglesia de
la Galia. Según el autor de la Pasión, escrita entre el 430 y
el 450, Saturnino fijó su residencia en Tolosa en el 250, bajo el
consulado de Decio y Grato. En ese tiempo, refiere el autor, en Galia
había pocas comunidades cristianas, con escaso número de fieles,
mientras los templos paganos se llenaban de fieles que sacrificaban a
los ídolos.
Saturnino, que había llegado desde hacía poco a Tolosa,
probablemente de Africa (el nombre es efectivamente africano) o de
Oriente, como se lee en el Missale Gothicum, había ya reunido
los primeros frutos de su predicación, atrayendo a la fe en Cristo a
un buen número de ciudadanos. El santo obispo, para llegar a un pequeño
oratorio de su propiedad, pasaba todas las mañanas frente al
Capitolio, es decir, el principal templo pagano, dedicado a Júpiter
Capitolino, en donde los sacerdotes paganos ofrecían en sacrificio al
dios pagano un toro para obtener las gracias que pedían los fieles.
Parece
que la presencia de Saturnino volvía mudos a los dioses y de esto los
sacerdotes paganos acusaron al obispo cristiano, cuya irreverencia
habría irritado la susceptibilidad de las divinidades paganas. Un día
la multitud rodeó amenazadora a Saturnino y le impuso que sacrificara
un toro sobre el altar de Júpiter. Ante el rechazo del obispo de
sacrificar el animal, que poco después se convertiría en el
instrumento inconsciente de su martirio, y sobre todo por lo que
consideraban los paganos un ultraje a la divinidad, pues Saturnino
dijo que no les tenía miedo a los rayos de Júpiter, ya que era
impotente porque no existía, lo agarraron enfurecidos y lo ataron al
cuello del toro, al que picaron para que corriera escaleras abajo del
Capitolio arrastrando al obispo.
Saturnino, con el cuerpo despedazado, murió poco después y su cuerpo
quedó abandonado en la calle, de donde lo recogieron dos piadosas
mujeres y le dieron sepultura «en una fosa muy profunda». Sobre esta
tumba, un siglo después, San Hilario construyó una capilla de madera
que pronto fue destruida y se perdió por algún tiempo su recuerdo,
hasta cuando en el siglo VI el duque Leunebaldo, volviendo a encontrar
las reliquias del mártir, hizo edificar en ese lugar la iglesia
dedicada a San Saturnino, en francés Saint-Sernin-du-Taur, que en el
Trescientos tomó el actual nombre de Notre-Dame du Taur.