Dichosos seréis cuando los hombres por mi causa
os maldijeren, y os persiguieren, y dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros. (Mateo, 5,11).
San Atanasio, obispo de Alejandría, por
tres veces fue depuesto de su sede episcopal por los arrianos; fue
calumniado, desterrado y perseguido por cuatro emperadores. Volvió no
obstante, a Alejandría habiendo triunfado sobre los enemigos de la fe y,
algún tiempo después, se fue al cielo a recibir la recompensa de 46 años de
persecución sufridas por Jesucristo. Murió en el año 373.
I. Dios permite que sus más fieles
servidores sean probados por la persecución, sea para castigarlos por alguna
falta leve o para volverlos más vigilantes, sea para acrecentar su corona o
impedir que la prosperidad los pierda. En las pruebas, Dios siempre busca su
gloria y el bien de nuestras almas; no te quejes, pues, sino agradécele. Dios
te envía males porque has despreciado bienes. Reconoce en sus golpes al que no
reconociste en sus regalos. (San Cipriano).
II. En todas las acusaciones que se
dirijan contra ti, mira si cometiste las faltas que se te reprochan. Si eres
culpable, pide perdón a Dios; entristécete, no de haber sido acusado, sino de
haber, con tus faltas, dado motivo a la acusación. Agradece a Dios de que se
sirva de la mano de tu adversario para punzarte el absceso que tú hubieras
ahogado.
III. Si eres inocente de la falta que
se te imputa, si hasta eres perseguido por una acción buena, agradece a Dios,
regocíjate de que te haga sufrir por la justicia. No te afanes en
justificarte, tarde o temprano lo hará Dios. A menudo un padre hace castigar a
sus hijos por intermedio de malos servidores, sin embargo prepara una prisión
para éstos y reserva la herencia para aquellos. (San Agustín).
La paciencia
Orad por los perseguidos a causa de su justicia.
ORACIÓN
Os suplicamos, Señor, escuchéis las
oraciones que os dirigimos en la solemnidad de vuestro confesor pontífice San
Atanasio, a fin de que los méritos y la intercesión de quien dignamente os ha
servido nos obtengan el perdón de nuestros pecados. Por J. C. N. S. Amén.
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- * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J.