sábado, 30 de junio de 2012
SÁBADO DE LA DUODÉCIMA SEMANA
PRIMERA
LECTURA
Grita al
Señor, laméntate, Sión
Lectura del libro de las
Lamentaciones 2, 2. 10-14. 18-19
El Señor destruyó
sin compasión
todas las
moradas de Jacob;
con su
indignación demolió
las plazas
fuertes de Judá;
derribó por
tierra, deshonrados,
al rey y a
los príncipes.
Los ancianos
de Sión se sientan
en el suelo
silenciosos,
se echan
polvo en la cabeza
y se visten
de sayal;
las
doncellas de Jerusalén
humillan
hasta el suelo la cabeza.
Se consumen
en lágrimas mis ojos,
de amargura,
mis entrañas;
se derrama
por tierra mi hiel,
por la ruina
de la capital de mi pueblo;
muchachos y
niños desfallecen
por las
calles de la ciudad.
Preguntaban
a sus madres:
¿dónde hay
pan y vino?
mientras
desfallecían, como los heridos,
por las
calles de la ciudad,
mientras
expiraban
en brazos de
sus madres.
¿Quién se te
iguala, quién se te asemeja,
ciudad de
Jerusalén?
¿A quién te
compararé, para consolarte,
Sión, la
doncella?
Inmensa como
el mar es tu desgracia:
¿quién podrá
curarte?
Tus profetas
te ofrecían visiones
falsas y
engañosas;
y no te
denunciaban tus culpas,
para cambiar
tu suerte
sino que te
anunciaban visiones
falsas y
seductoras.
Grita con
toda el alma al Señor,
laméntate,
Sión;
derrama
torrentes de lágrimas
de día y de
noche;
no te
concedas reposo,
no descansen
tus ojos.
Levántate y
grita de noche,
al relevo de
la guardia;
derrama con
agua tu corazón
en presencia
del Señor;
levanta
hacia él las manos
por la vida
de tus niños,
desfallecidos
de hambre
en las
encrucijadas.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 73,
1-2. 3-5a.
5b-7. 20-21
R. No
olvides sin remedio la vida de tus pobres.
¿Por qué, oh
Dios, nos tienes siempre abandonados,
y está
ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de
la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu
que rescataste para posesión tuya,
del monte
Sión donde pusiste tu morada. R.
Dirige tus
pasos a estas ruinas sin remedio:
el enemigo
ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los
agresores en medio de tu asamblea,
levantaron
sus propios estandartes. R.
En la
entrada superior
abatieron a
hachazos el entramado;
después, con
martillos y mazas,
destrozaron
todas las esculturas;
prendieron
fuego a tu santuario,
derribaron y
profanaron la morada de tu nombre. R.
Piensa en tu
alianza: que los rincones del país
están llenos
de violencias.
Que el
humilde no se marche defraudado,
que pobres y
afligidos alaben tu nombre. R.
EVANGELIO
Vendrán
muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, lsaac y Jacob
+ Lectura del santo Evangelio según
San Mateo 8, 5-17
En
aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó
diciéndole:
–Señor,
tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.
El
le contestó:
–Voy
yo a curarlo.
Pero
el centurión le replicó:
–Señor,
¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi
criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a
mis órdenes: y le digo a uno «ve», y va; al otro, «ven», y viene; a mi criado,
«haz esto», y lo hace.
Cuando
Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían:
–Os
aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán
muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el
Reino de los Cielos; en cambio a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a
las tinieblas.
Allí
será el llanto y el rechinar de dientes.
Y
al centurión le dijo:
–Vuelve
a casa, que se cumpla lo que has creído.
Y
en aquel momento se puso bueno el criado.
Al
llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió
de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al
anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los
espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta
Isaías:
«El
tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».
Palabra
del Señor.
viernes, 29 de junio de 2012
SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES, Solemnidad
SAN PEDRO Y SAN PABLO,
APÓSTOLES
Misa del día
PRIMERA
LECTURA
Ahora me doy
cuenta de que el Señor me ha librado de las manos de Herodes
Lectura de los Hechos de los
Apóstoles 12, 1-11
En
aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la
Iglesia. Hizo decapitar a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a
los judíos mandó detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y
meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro
soldados cada uno: tenía intención de ejecutarlo en público, pasadas las
fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la
Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La
noche antes de que lo sacara Herodes estaba Pedro durmiendo entre dos soldados,
atado a ellos con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la
cárcel.
De
repente se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en
el hombro, lo despertó y le dijo:
— Date prisa, levántate.
Las
cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió
—
Ponte el cinturón y las sandalias.
Obedeció,
y el ángel le dijo:
—
Échate la capa y sígueme.
Pedro
salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad.
Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que
daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el
ángel.
Pedro
recapacitó y dijo:
— Pues era
verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y
de la expectación de los judíos.
Palabra de
Dios.
Salmo
Responsorial Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R. El ángel
del Señor librará a los que temen a Dios.
Bendigo al
Señor en todo momento,
su alabanza
está siempre en mi boca;
mi alma se
gloría en el Señor:
que los
humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad
conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos
juntos su nombre.
Yo consulté
al Señor y me respondió,
me libró de
todas mis ansias. R.
Contempladlo
y quedaréis radiantes,
vuestro
rostro no se avergonzará.
Si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva
de sus angustias. R.
El ángel del
Señor acampa en torno a sus fieles
y los
protege.
Gustad y ved
qué bueno es el Señor;
dichoso el
que se acoge a él. R.
SEGUNDA
LECTURA
Ahora me
aguarda la corona merecida
Lectura de la segunda carta del
Apóstol San Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido
hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es
inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido
la fe.
Ahora
me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en
aquel día, - y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.
El
Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que
lo oyeran todos los gentiles. El me libró de la boca del león. El Señor seguirá
librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo.
¡A
él la gloria por los siglos de los siglos. Amén!
Palabra
de Dios.
Aleluya Mt
16, 18
Aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro. Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del
infierno no la derrotará. Aleluya.
EVANGELIO
Tú eres Pedro
y te dará las llaves del Reino de los Cielos
Lectura del santo Evangelio según San
Mateo 16, 13-19
En
aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus
discípulos: - ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
Ellos
contestaron:
—
Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los
profetas.
El
les preguntó:
—
Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Simón
Pedro tomó la palabra y dijo:
—
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús
le respondió:
—¡Dichoso
tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y
hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la
tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado
en el cielo.
Palabra de
Dios.
jueves, 28 de junio de 2012
JUEVES DE LA DUODÉCIMA SEMANA
PRIMERA LECTURA
Nabucodonosor deportó a
Jeconías y a todos los ricos a Babilonia
Lectura del segundo libro de los
Reyes 24, 8-17
Cuando
Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén.
Su
madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén.
Hizo
lo que el Señor reprueba, igual que su padre.
En
aquel tiempo los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra
Jerusalén y la cercaron.
Nabucodonosor,
rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada.
Jeconías
de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y
funcionarios.
El
rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado.
Se
llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de
oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo según las órdenes
del Señor.
Deportó
a todo Jerusalén, los generales, los ricos (diez mil deportados), los herreros
y cerrajeros; sólo quedó la plebe.
Nabucodonosor
deportó a Jeconías a Babilonia.
Llevó
deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y sus mujeres, sus funcionarios y
grandes del reino, todos los ricos (siete mil deportados), los herreros y
cerrajeros (mil deportados), todos aptos para la guerra.
Nombró
rey a Matanías, sucesor de su tío, y le cambió el nombre en Sedecías.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 78,
1-2. 3-5. 8. 9
R.
Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre.
Dios mío,
los gentiles han entrado en tu heredad,
han
profanado tu santo templo,
han reducido
Jerusalén a ruinas;
echaron los
cadáveres de tus siervos
en pasto a
las aves del cielo,
y la carne
de tus fieles
a las fieras
de la tierra. R.
Derramaron
su sangre como agua
en torno a Jerusalén,
y nadie la
enterraba.
Fuimos el
escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión
y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta
cuándo, Señor?
¿Vas a estar
siempre enojado?
¿Va a arder
como fuego tu cólera? R.
No recuerdes
contra nosotros
las culpas
de nuestros padres;
que tu
compasión nos alcance pronto,
pues estamos
agotados. R.
Socórrenos,
Dios Salvador nuestro,
por el honor
de tu nombre;
líbranos y
perdona nuestros pecados,
a causa de
tu nombre. R.
EVANGELIO
La casa
edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
+ Lectura del santo Evangelio según
San Mateo 7, 21-29
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–No
todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el
que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel
día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu
nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?
Yo
entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.
El
que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre
prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos,
soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque
estaba cimentada sobre roca.
El
que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel
hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los
ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.
Al
terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque
les enseñaba con autoridad y no como los letrados.
Palabra del
Señor.
miércoles, 27 de junio de 2012
MIÉRCOLES DE LA DUODÉCIMA SEMANA
PRIMERA
LECTURA
El rey leyó
al pueblo el Libro de la Alianza encontrado en el templo y selló ante el Señor
la Alianza
Lectura del segundo libro de los
Reyes 22, 8-13; 23, 1-3
En
aquellos días, el Sumo Sacerdote Helcías dijo al cronista Safán:
–He
encontrado en el templo el Libro de la Ley.
Entregó
el libro a Safán y éste lo leyó. Luego fue a dar cuenta al rey Josías:
–Tus
siervos han juntado el dinero que había en el templo y se lo han entregado a
los encargados de las obras.
Y
le comunicó la noticia:
–El
sacerdote Helcías me ha dado un libro.
Safán
lo leyó ante el rey; y cuando el rey oyó el contenido del Libro de la Ley se
rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a Ajicán, hijo de Safán, a
Akbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asaías, funcionario real:
–Id
a consultar al Señor por mí y por el pueblo y todo Judá a propósito de este
libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros,
porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro, cumpliendo lo
prescrito en él.
Ellos
llevaron la respuesta al rey, y el rey dio órdenes para que se presentasen ante
él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
Luego
subió al templo, acompañado de todos los judíos y los habitantes de Jerusalén,
los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, chicos y grandes.
El
rey les leyó el Libro de la Alianza encontrado en el templo.
Después,
en pie sobre el estrado, selló ante el Señor la Alianza, comprometiéndose a
seguirle y cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con
toda el alma, cumpliendo las cláusulas de la Alianza escritas en aquel libro.
El
pueblo entero suscribió la Alianza.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 118,
33. 34. 35. 36. 37. 40
R.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes.
Muéstrame,
Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré
puntualmente. R.
Enséñame a
cumplir tu voluntad
y a
guardarla de todo corazón. R.
Guíame por
la senda de tus mandatos,
porque ella
es mi gozo. R.
Inclina mi
corazón a tus preceptos,
y no al
interés. R.
Aparta mis
ojos de las vanidades,
dame vida
con tu palabra. R.
Mira cómo
ansío tus decretos;
dame vida
con tu justicia. R.
EVANGELIO
Por sus
frutos los conoceréis
+ Lectura del santo Evangelio según
San Mateo 7, 15-20
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–Cuidado
con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son
lobos rapaces.
Por
sus frutos los conoceréis.
A
ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos?
Los
árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos.
Un
árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos.
El
árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego.
Es
decir, que por sus frutos los conoceréis.
Palabra del
Señor.
martes, 26 de junio de 2012
MARTES DE LA DUODÉCIMA SEMANA
PRIMERA
LECTURA
Yo escudaré a
esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David
Lectura del segundo libro de los
Reyes 19, 9b- 11. 14-21. 31-35a. 36
En
aquellos días, Senaquerib, rey de Asiria, envió mensajeros a Ezequías, para
decirle:
–Decid
a Ezequías, rey de Judá: «Que no te engañe tu Dios en quien confías, pensando
que Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. Tú mismo has oído cómo han
tratado los reyes de Asiria a todos los países, exterminándolos, ¿y tú te vas a
librar?»
Ezequías
tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó después subió al templo, la
desplegó ante el Señor y oró:
«Señor
Dios de Israel,
sentado
sobre querubines:
Tú
solo eres el Dios
de
todos los reinos del mundo.
Tú
hiciste el cielo y la tierra.
Inclina tu
oído, Señor, y escucha;
abre tus
ojos, Señor, y mira.
Escucha el
mensaje que ha enviado Senaquerib
para
ultrajar al Dios vivo.
Es verdad,
Señor: los reyes de Asiria
han asolado
todos los países y su territorio,
han quemado
todos sus dioses,
–porque no
son dioses,
sino hechura
de manos humanas,
leño y
piedra– y los han destruido.
Ahora, Señor
Dios nuestro,
sálvanos de
su mano,
para que
sepan todos los reinos del mundo
que tú solo,
Señor, eres Díos».
Isaías, hijo
de Amós, mandó a decir a Ezequías:
–Así
dice el Señor Dios de Israel: «He oído lo que me pides acerca de Senaquerib,
rey de Asiria.» Esta es la palabra que el Señor pronuncia contra él:
«Te
desprecia y te burla
la
doncella, ciudad de Sión;
menea
la cabeza a tu espalda
la
ciudad de Jerusalén.
Pues
de Jerusalén saldrá un resto,
del
monte Sión los supervivientes.
¡El
celo del Señor lo cumplirá!
Por
eso' así dice el Señor acerca del rey de Asiria:
No
entrará en esta ciudad,
no
disparará contra ella su flecha,
no
se acercará con escudo
ni
levantará contra ella un talud;
por
el camino por donde vino se volverá,
pero
no entrará en esta ciudad
–oráculo
del Señor–.
Yo
escudaré a esta ciudad para salvarla,
por
mi honor y el de David, mi siervo».
Aquella
misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento asirio a ciento
ochenta y cinco mil hombres. Por la mañana, al despertar, los encontraron ya
cadáveres.
Senaquerib,
rey de Asiria, levantó el campamento, se volvió a Nínive y se quedó allí.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 47,
2-3a. 3b-4. 10-11
R.
Dios ha fundado su ciudad para siempre.
Grande es el
Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad
de nuestro Dios.
Su Monte
Santo, una altura hermosa,
alegría de
toda la tierra. R.
El monte
Sión, vértice del cielo,
ciudad del
gran rey.
Entre sus
palacios, Dios
descuella
como un alcázar. R.
Oh Dios,
meditamos tu misericordia
en medio de
tu templo:
como tu
renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al
confín de la tierra;
tu diestra
está llena de justicia. R.
EVANGELIO
Tratad a los
demás como queréis que ellos os traten
+ Lectura del santo Evangelio según
San Mateo 7, 6. 1-9-14
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–No
deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las
pisotearán y luego se volverán para destrozaros.
Tratad
a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los
profetas.
Entrad
por la puerta estrecha.
Ancha
es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran
por ellos.
¡Qué
estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan
con ellos.
Palabra
del Señor.
lunes, 25 de junio de 2012
LUNES DE LA DUODÉCIMA SEMANA
PRIMERA
LECTURA
El Señor
arrojó de su presencia a Israel y sólo quedó la tribu de Judá
Lectura del segundo libro de los
Reyes 17, 5-8. 13-15a. 18
En
aquellos días, Salmanasar, rey de Asiria, invadió el país y asedió a Samaría
durante tres años.
El
año noveno de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaría, deportó a los
israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en
las poblaciones de Media.
Eso
sucedió porque, sirviendo a otros dioses, los israelitas habían pecado contra
el Señor su Dios que los había sacado de Egipto, del poder del faraón, rey de
Egipto; procedieron según las costumbres de las naciones que el Señor había
expulsado ante ellos, y que introdujeron los reyes que ellos se habían
nombrado.
El
Señor había advertido a Israel y Judá por medio de los profetas y videntes:
–Volveos
de vuestro mal camino, guardad mis mandatos y preceptos, siguiendo la Ley que
di a vuestros padres, que les comuniqué por medio de mis siervos los profetas.
Pero
no hicieron caso, sino que se pusieron tercos, como sus padres, que no
confiaron en el Señor su Dios.
Rechazaron
sus mandatos y el pacto que había hecho el Señor con sus padres, y las
advertencias que les hizo.
El
Señor se irritó tanto contra Israel, que los arrojó de su presencia.
Sólo
quedó la tribu de Judá.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 59,
3. 4-5. 12-13
R. Que
tu mano salvadora, Señor, nos responda.
Oh Dios, nos
rechazaste y rompiste nuestras filas,
estabas
airado, pero restáuranos. R.
Has sacudido
y agrietado el país:
repara sus
grietas, que se desmorona.
Hiciste
sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole a
beber un vino de vértigo. R.
Tú, oh Dios,
nos has rechazado
y no sales
ya con nuestras tropas.
Auxílianos
contra el enemigo,
que la ayuda
del hombre es inútil.
Con Dios
haremos proezas,
él pisoteará
a nuestros enemigos. R.
EVANGELIO
Sácate
primero la viga del ojo
+ Lectura del santo Evangelio según
San Mateo 7, 1-5
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–No
juzguéis y no os juzgarán.
Porque
os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con
vosotros.
¿Por
qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga
que llevas en el tuyo ?
¿Cómo
puedes decirle a tu hermano: «Déjame que te saque la mota del ojo», teniendo
una viga en el tuyo? Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás
claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.
Palabra
del Señor.
DÍA 33 SOBRE LA TERCERA INSIGNIA DEL SAGRADO CORAZÓN LA HERIDA DE LA LANZA
MEDITACIÓN PARA CADA DÍA
DÍA 33
SOBRE LA TERCERA INSIGNIA DEL SAGRADO CORAZÓN LA HERIDA DE LA LANZA
I
Abierto se nos presenta el Corazón
sacratísimo y no de cualquier manera, sino a feroz punta de hierro y
derramando por esa abertura las últimas gotas de su sangre y agua
preciosísima. Con ellas parece habernos querido simbolizar el divino Jesús,
lo total, lo absoluto de su entrega y de su abnegación y desprendimiento por
nosotros. Es el verdadero carácter del amor, y no podía ser que fuese a
objetos tan viles y miserables como nosotros. Padecer por nosotros, como
expresa la primera insignia; ser hasta lo sumo despreciado por nosotros, como
lo indica la segunda; entregarse totalmente y sin restricción a nosotros, eso
quiere decir la tercera. No bastó haber muerto, y muerto en Cruz; cadáver ya
el cuerpo y a punto de ser sepultado, recuerda su alma que todavía quedan
allá por derramarse unas gotas de sangre y ni eso quiere regatear a la obra
de nuestra Redención. Instrumento de odio la lanza de Longinos, es sin
quererlo él, pero por inefable designio de Dios, la llave de oro de ese
Sagrario, que se nos abre para que se nos den y nos aprovechen las últimas
muestras de su infinita caridad hacia el mundo pecador. ¡Ya más no pudo dar
quien todo dio! Pero ¡cuánto no puede exigir quien tanto ha dado! ¡Y cómo no
será feísima ingratitud la de quien no se dé por entero a quien tanto se ha
prodigado y con tanto exceso y con tan desinteresado desprendimiento!
Medítese unos
minutos.
II
Así debería ser todo fiel cristiano,
así de un modo particular el fino devoto del Corazón de Jesús. "Una
fibra sola de mi corazón que por Dios no fuese (decía San Francisco de
Sales), la arrancaría de él". Abramos nuestro corazón, y abrámoslo a
nuestro buen Jesús a impulsos del agradecimiento, y no consintamos haya en él
cosa alguna, afición, inclinación, deseo, u otro sentimiento, que no sea
hacia El, o por El inspirado. Herida nos abren a cada momento terrenas
pasiones a las que no sabemos o queremos resistir, vanidades que nos halagan,
codicias que nos seducen. ¡Qué, día no habrá en nuestro corazón más que una
herida, una sola, la que en él haya abierto el dardo del divino amor, para
que tenga en nosotros entera y única posesión nuestro adorado dueño Jesús!
¡Quién, como aquella tan enamorada Teresa de Jesús, pudiese sentir rasgado el
suyo por ardiente serafín, que, a todo otro amor se lo matase, y sólo para el
de Dios lo dejase vivir y arder y consumirse en encendida llama!
¡Abrid, Señor, el mío y cerradlo a
terrenos afectos y a humanas sensualidades, indignas de ocupar un sitio que
sólo Vos merecéis y podéis honrar! Por él disteis sangre y alma, por él
padecisteis congojas de muerte, por él os entregasteis sin reserva alguna a
este pobre pecador. Derecho tenéis a que también con entero desprendimiento
se os haga del mismo perfecta donación. Ayudadme Vos con vuestra gracia y
haced por ella que sea yo todo vuestro, como Vos sois todo mío ahora y por
toda la eternidad. Amén.
Medítese, y
pídase la gracia particular.
Oración y Acto de Consagración |
DÍA 32 SOBRE LA SEGUNDA INSIGNIA DEL SAGRADO CORAZÓN LA CORONA DE ESPINAS
MEDITACIÓN PARA CADA DÍA
DÍA 32
SOBRE LA SEGUNDA INSIGNIA DEL SAGRADO CORAZÓN LA CORONA DE ESPINAS
I
No de flores, sino de punzantes espinas se nos
apareció coronado el Corazón Sacratísimo de Jesús, y éste puede ser símbolo
muy adecuado de su amor a la humillación y al desprecio. Burla fue y muy
sangrienta de su realeza divina aquella infamante Corona que sobre su cabeza
colocó en el Pretorio la soldadesca de Pilatos. Desprecio y vilipendio cual
no se le dieron otros más ignominiosos en su afrentosa Pasión. Por rey se le
caracterizó, pero rey de mofa y de comedia. Y con los demás atavíos del cetro
de caña y manto de púrpura, se escarneció vilmente en Él la majestad
soberana, con que reina en los cielos y es aclamado rey inmortal de los
siglos por todas las angélicas jerarquías. ¿Qué menosprecio y baldón mayores
pudo imaginar el demonio, para aquella Santísima Humanidad, que debía
sentarse un día ceñido de gloria a la diestra del Padre y tener real
Principado sobre toda criatura? Contemplemos la lastimera figura de ese
soberano de nuestras almas, por causa de ellas reducido a vergonzosa parodia
y caricatura de rey. Así ganó para ellas las eternas coronas de luz, con que
han de resplandecer un día en los cielos. Así les dio parte de su soberanía y
principado, para que con El reinen dichosas con reino que no tendrá fin.
Besemos y adoremos y agradezcamos esa Corona de espinas, sin la cual no
mereceríamos nosotros llevarla de gloria, en el trono de felicidad que a su
lado nos promete y al cual sin cesar nos llama y convida.
Medítese unos
minutos.
II
Nos llama y convida y justamente nos
muestra y enseña el camino. Coronado no será en el cielo más que aquel que
hubiera con fortaleza combatido acá por los derechos de ese rey coronado de
espinas, y que se haya distinguido en su imitación. Lo cual significa, que la
corona de luz que en el cielo esperamos, ha de ir precedida acá y preparada
por corona de dolor, que más o menos ha de traer todo fiel y devoto cristiano
en su propio corazón. Y muy particularmente han de labrarle esta dolorosa
corona las humillaciones y desprecios, que de los mundanos reciba; la persecución
y vilipendio con que le aflijan los que no pueden menos de escarnecer en él
la semblanza y parecido con el Hijo de Dios; la angustia y pesadumbre que en
sí mismo experimenta por los escarnios y afrentas con que se ve ultrajada
cada día nuestra Santa Religión. ¡Feliz quien con tal corona puede
presentarse adornado al tribunal del soberano Juez! ¡Cómo no ha de ser como
tal reo blando y amoroso, si le viere ostentando la gloriosa escarapela de
soldado suyo, con que por él luchó contra los enemigos de su nombre y de su
Santa Ley! Hagámonos dignos de llevarla en nuestros corazones esta tan
honrosa insignia, marca y sello de los predestinados. Honrémonos con ella,
amémosla más que los vanagloriosos del mundo sus tan estimados blasones.
Repitamos en obsequio a nuestro buen Jesús aquella enardecedora frase de uno
de sus más fieles amigos y mas heroicos imitadores, San Juan de la Cruz:
"Señor, nada quiero y nada deseo, sino padecer y ser afrentado por
Vos"
Medítese, y
pídase la gracia particular.
Oración y Acto de Consagración |
DÍA 31. SOBRE LAS TRES INSIGNIAS CON QUE SE APARECIÓ EL SAGRADO CORAZÓN LA CRUZ, PRIMERA INSIGNIA
MEDITACIÓN PARA CADA DÍA
DÍA 31 (1)
SOBRE LAS TRES INSIGNIAS CON QUE SE APARECIÓ EL SAGRADO CORAZÓN LA CRUZ, PRIMERA INSIGNIA
I
Considera, alma mía el misterioso
significado de las tres insignias o atributos, con que se dignó revelarse a
la devoción de los fieles el Sagrado Corazón de Jesús, o sean, la Cruz, la
Corona de Espinas y la herida de lanza.
Está enclavada en la Cruz, en el centro
de ese sacratísimo Corazón, para significar lo infinito de su amor, que le
movió a desearla desde el primer instante de su divina concepción en las
virginales entrañas de María; a regalarse con ella teniéndola en pensamiento
todos los instantes de su vida y a morir afrentosamente en la misma, dando en
ella su Sangre como precio de nuestra redención. Así hemos de considerar
aquella alma benditísima, puesta ya en cruz mucho antes que lo fueran las
manos y pies del divino Crucificado y en ella ofreciéndose por nosotros y por
nuestros pecados al Eterno Padre, con superabundancia tal de satisfacciones y
desagravios, que bastara y sobrara para lavar la culpa de mil mundos y de
millones de mundos pecadores, que pudieran todavía existir. "Toda la vida
de Nuestro Señor (dice La Imitación) cruz fue y martirio" y no sólo durante las
tres horas de la tarde del Viernes Santo agonizó el divino Salvador, sino que
agonizando estuvo continuamente. La cruz la llevó en el Corazón desgarrado
por nuestras culpas, antes que la llevase sobre sus espaldas desgarradas por
los azotes y esta su Pasión, invisible a los ojos del mundo, no lo era a los
de su Eterno Padre y de su Madre amantísima, y no le fue menos
dolorosa.
Medítese unos
minutos.
II
¡Qué sublime ejemplo, qué prácticas
enseñanzas nos da con esa primera de sus insignias el Corazón adorabilísimo
de nuestro buen Jesús! Así debieran ser como él los corazones de todos los
cristianos, o por lo menos, de los que más quieren preciarse de ser sus
amigos y devotos. En nuestro corazón hemos de llevar día y noche clavada la
Cruz de Cristo nuestro Redentor, por medio de la contemplación amorosa de sus
dolores y por el ejercicio constante y habitual de la virtud de la
mortificación. No ha de bastarnos venerarla en los altares, o traerla
pendiente del cuello, o imprimir en nuestra frente su piadosa señal. Amemos y
adoremos en nosotros la cruz viva, la cruz realidad, más que otras cruces
simbólicas y figuradas. Cruz viva es la que refrena nuestros apetitos y
concupiscencias, abate nuestro amor propio, exige nuestra resignación, nos
aflige con las austeridades de la penitencia. Cruz viva, aunque incruenta;
cruz viva, porque se clava en lo más vivo de nuestro ser, cuales son nuestras
vanas aficiones, movimientos desordenados, rarezas e intemperancias. Cruz no
de una hora o de un día o de un año, sino de la vida toda, que en ella nos
acompaña hasta los postreros momentos de nuestra agonía, ¡Qué pensamiento más
consolador puede ofrecérsenos en la hora de la muerte, que la de haber así
vivido y agonizado y, disponerse a morir en brazos mismos de la cruz de
nuestro amado Salvador y Redentor! ¿Y cuál otra recomendación que esa puede,
sean cuales fueren nuestras culpas, abrirnos de par en par las puertas del
paraíso?
Medítese, y
pídase la gracia particular.
Oración y Acto de Consagración |
- (1) A pedido de algunas iglesias,
donde se alarga hasta treinta y tres días el Mes dedicado al Sagrado
Corazón, el autor añadió estas tres meditaciones, que también pueden
utilizarse como devoto Triduo en cualquier época del año.

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