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H e combatido con valor, he concluido la  carrera,
he guardado la fe. Nada me resta sino aguardar
la corona de justicia que me está reservada.(2 Timoteo, 4, 7-8).
he guardado la fe. Nada me resta sino aguardar
la corona de justicia que me está reservada.(2 Timoteo, 4, 7-8).
   San Silvestre I se había distinguido por su  celo y su caridad durante la primera persecución. Subió a la cátedra de San  Pedro en el año 314, menos de un año después del edicto de Milán, que concedía  la paz a la Iglesia. Recibió de Constantino el palacio de Letrán y en él  estableció su morada, así como la basílica principal de Roma. El mismo año envió  delegados al Concilio de Arlés, donde fueron condenados los donatistas, y  después, en el año 325, al Concilio general de Nicea, que anatematizó a Arrio.  Murió San Silvestre en el año 335. 
I. ¿Podría decir con verdad como San  Pablo: He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe? Hete  aquí al término del año; repasa en tu espíritu todo el bien y todo el mal que  has hecho durante este año, y mira si tus buenas acciones son más numerosas que  las malas. ¿Cuántos días transcurrieron sin que hicieras nada para Dios? Sin  embargo, este año te fue dado únicamente para servirlo, para hacer penitencia  de tus pecados y merecer el cielo mediante la práctica de las buenas  obras. 
   II. ¿Dónde están ahora los placeres y los  honores de que gozaste durante este año? ¡Todo ha pasado, y no te queda sino el  triste recuerdo de haber ofendido a Dios por bienes pasajeros y falaces! ¿No es  verdad que, al contrario, experimentas una gran alegría por el bien que hiciste  tratando de agradar a Dios? Ya no experimentas el esfuerzo que tus buenas obras  te costaron, y tienes la esperanza de ser recompensado por ellas. Tu vida pasará  como este año, tus placeres pasarán tanto como tus trabajos, y el único consuelo  que te quedará será haber servido al Señor. ¿Quién me devolverá este día,  este año que perdí en la vanidad? (San Euquerio). 
   III. Acaso pasaste parte de este año en pecado  mortal. Si durante esa época hubieras muerto, ¿dónde estarías ahora? Dios te ha  dado tiempo para hacer penitencia; aprovéchalo mejor en lo porvenir ¡acaso no  tengas más que este año de vida! Prepárate, pues, a morir, haz una buena  confesión, y si quieres pasar santamente todos los días del año que va a  comenzar piensa todos los días en la muerte y en la eternidad. Dios te ha  ocultado tu último día, para que te prepares a él todos los días de tu vida. (San Agustín). 
El pensamiento de la muerte  
Orad por vuestros bienhechores 
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ORACIÓN 
Pastor eterno, considerad con  benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con protección constante por vuestro  bienaventurado Sumo Pontífice Silvestre, a quien constituisteis pastor de toda  la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.  
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Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)


