Cualquiera 
que mirare a una mujer con mal deseo
ya adulteró en su coraz6n.(Mateo, 5, 28).
ya adulteró en su coraz6n.(Mateo, 5, 28).
   San Dámaso I, de origen español, siguió al Papa 
Liberio al exilio y le sucedió en el año 366. Su talento y su celo por la pureza 
de la doctrina y el esplendor del culto han hecho que el Concilio de Calcedonia 
lo llamase ornamento y gloria de Roma. Reunió cuatro concilios en esta 
ciudad y uno en Aquilea, para combatir las herejías. Edificó dos basílicas, una 
junto al teatro de Pompeyo, San Lorenzo in Dámaso; la otra en la vía 
Ardeatina, junto a las catacumbas. Adornó con epitafios en verso las tumbas de 
los mártires, introdujo la costumbre de añadir el Gloria Patri al final 
de los salmos y movió a San Jerónimo a corregir el Nuevo Testamento sobre el 
texto griego. Murió casi octogenario en el año 384, y fue enterrado con su madre 
y su hermana en la basílica de la vía Ardeatina. 
 
   I. Hay tres clases de pensamientos que 
debemos rechazar, que hasta deberíamos prevenir. Los primeros son las 
distracciones en nuestra oración; nos arrebatan todo el fruto de nuestras 
plegarias, y, a menudo, nos hacen cometer nuevos pecados en el momento en que 
deberíamos obtener el perdón de nuestras faltas pasadas. Para ahuyentar estos 
pensamientos importunos, haz con frecuencia actos de fe; piensa que Dios te ve, 
que oye tus ruegos y que castigará tu negligencia al no desechar esas 
distracciones. 
 
   II. Los pensamientos contra la castidad son 
mucho más peligrosos todavía: fácil es complacerse en ellos, detenerse en ellos 
voluntariamente y cometer en un instante grandísimos pecados. Así, vigila, 
rechaza esos pensamientos poniendo la atenci6n de tu espíritu en otra cosa, 
ocupándolo con pensamientos graves tales como los de la muerte, del infierno y 
del juicio. ¿Quieres verte libre de esta clase de tentaciones? Vigila tus 
sentidos: tus ojos y tus oídos son las puertas que les dan acceso a tu 
alma. 
 
   III. El demonio te sugiere, a veces, dudas 
contra la fe: esas dudas son peligrosas, sobre todo en la hora de la muerte. Las 
vencerás con la humildad y la oraci6n; desconfía, pues, de tus propias fuerzas e 
implora el socorro del Cielo. La fe es un don de Dios: Aquél que te la dio te la 
conservará, siempre que recurras a Él. Si con todo esos pensamientos continuaran 
importunándote, haz actos de fe. Cuanto más te cueste penetrar las verdades 
de la salvación, más debes reverenciarlas y admirarlas. (San 
Eusebio). 
 
La modestia  
Orad por el Sumo Pontífice. 
ORACIÓN 
 
   Pastor eterno, considerad con 
benevolencia a vuestro rebaño, y guardad lo con constante protección por vuestro 
bienaventurado Sumo Pontífice Dámaso, a quien constituisteis pastor de toda la 
Iglesia. Por J. C. N. S. Amén. 
 
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Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)
 
