5 de abril
SAN VICENTE FERRER,(*)
Confesor
Castigo mi cuerpo y lo reduzco a 
servidumbre,
no sea que habiendo predicado a los otros,
venga yo a ser reprobado.(1 Cor., 9, 27).
no sea que habiendo predicado a los otros,
venga yo a ser reprobado.(1 Cor., 9, 27).
   San Vicente Ferrer, religioso 
      de la orden de Santo Domingo, convirtió por sus predicaciones a un gran 
      número de judíos y de infieles, y movió a vida cristiana a una multitud de 
      cristianos relajados. De ordinario predicaba sobre la penitencia, sobre la 
      Pasión de Jesucristo, el infierno y el juicio. Hacíalo con tanta fuerza y 
      unción, que él mismo lloraba, y sus oyentes, deshechos en lágrimas, no 
      pocas veces hasta en público confesaban sus pecados. Fustigaba sin miedo 
      las malas costumbres. Se dice que el santo regalaba un frasquito con agua 
      bendita a las señoras con problemas con sus maridos y recomendaba: “Cuando 
      su esposo empiece a insultarle, tome el agua y no se la pase mientras el 
      otro no deje de ofenderla.” Práctico y eficaz consejo. Murió en el año 
      1419. Adoptemos desde hoy la costumbre de rociar la cama por la noche con 
      agua bendita, que, según Santa Teresa de Ávila, es la manera más eficaz de 
      alejar los demonios.
       
   I. Todo lo que concierne al 
      juicio final será terrible. Lo precederán señales espantosas: el sol 
      sangrará, abrasaráse el aire, se agitará el mar con violenta tempestad, 
      vacilará la tierra sobre su eje; el hambre, la guerra, la peste desolarán 
      la tierra. El Anticristo perseguirá a los fieles con tanta crueldad y 
      refinamiento que apenas si los elegidos podrán resistir a sus tentaciones. 
      Yo creo, Señor, que oiré las terríficas trompetas que me convocarán para 
      dar cuenta de mi vida. Si te sientes movido a cometer un pecado, piensa 
      en este juicio tremendo para todos. (San Basillo). 
       
   II. Imagina a todos los pueblos 
      de la tierra congregados en el valle de Josafat, y a Jesucristo que 
      desciende del cielo, seguido de toda la corte celestial, para juzgar al 
      mundo. A su diestra estarán los elegidos acompañados de los ángeles 
      buenos, a su siniestra los réprobos rodeados de una multitud de demonios. 
      Un día estaré en ese valle. ¿Y en qué estado será? Lo ignoro; ignoro si 
      seré colocado a la derecha o a la izquierda, ¡Y vivo ahora en medio de 
      placeres, como si nada debiese temer! 
   III. Entra en el sentimiento de 
      los elegidos: ¿qué dirán en ese momento? ¿Se arrepentirán de haber 
      despreciado al mundo y mortificado sus cuerpos? ¿Cuáles serán los 
      sentimientos de los réprobos, viéndose a punto de ser condenados? He ahí, 
      exclamarán, hablando de los elegidos, aquellos de quienes nos burlamos; 
      los tratamos de insensatos, despreciamos su vida oscura. Y ahora, helos 
      ahí, elevados a la dignidad de hijos de Dios, copartícipes de los santos. 
      Nosotros nos apartamos del camino de la verdad; no brilló para nosotros la 
      luz de la justicia, para nosotros no salió el sol de la inteligencia. 
      ¡Qué triste será ver a Dios y perderlo, perecer a vista del 
      Redentor! (San Euquerio). 
       
El pensamiento del juicio   
Orad por los predicadores. 
ORACIÓN
       
   Señor, que os dignasteis 
      ilustrar a vuestra Iglesia por los méritos y predicaciones del 
      bienaventurado Vicente, vuestro confesor, acordad, a vuestros siervos la 
      gracia de ser instruidos por sus ejemplos, y de ser librados, por su 
      protección, de toda adversidad.   Por J. C. N. S. Amén. 
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- * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)
 
