29 de enero
Nos has hecho para ti, Señor,
y nuestro corazón estará insatisfecho
hasta que descanse en ti.
(San Agustín)
  
  
    
      
            
      y nuestro corazón estará insatisfecho
hasta que descanse en ti.
(San Agustín)
  
      Se
      desconoce todo lo que se refiere a su nacimiento. El martirologio romano
      la llama Radegundis y es una de las gloriosas vírgenes que ha dado España. Aparece
      como la última religiosa del monasterio de San Pablo, en Burgos, que
      perteneció a la Orden Premostratense. La extrema pobreza llevó a la
      extinción a este monasterio que quedó anexionado al de san Miguel de
      Treviño. 
      
   Llevada
      por sus deseos irresistibles de visitar los Santos Lugares de Roma, donde
      murieron tantos mártires y donde reside el Vicario de Cristo, marcha a la
      Ciudad Eterna. Tiene en su contra la poca salud que disfruta y los pocos
      medios de que dispone para tan largo, peligroso y costoso viaje; pero el
      fervor puede más que los miedos. Saciada
      y llena de agradecimiento al Señor, animada por los besos puestos en las
      calles que pisaron los mártires, venerados los monumentos, regresa con
      numerosas reliquias. Ahora solo quiere soledad y retiro. 
      
   Junto
      al monasterio de San Miguel habita en una pobre y mísera habitación que
      tiene un ventanuco por donde puede presenciar los santos oficios de la
      iglesia. No cambiaría aquel sitio por el mejor palacio. Solo piensa en
      ser agradable a su Divino Esposo. Vive como los antiguos anacoretas del
      desierto y la gente del pueblo comenta con asombro sus penitencias, ayuno
      y oración. 
      
  
      Muere
      el 29 de enero del año 1152, cuando reina en Castilla Alfonso VI y es Papa Eugenio III. Es
      sepultada en la iglesia de San Miguel de Treviño, donde sus reliquias son
      veneradas a través de los siglos. 
