20 de enero
SAN FRUCTUOSO
DE TARRAGONA
Y COMPAÑEROS,
Mártires![]()
Gocémonos, y saltemos de júbilo 
y demos gloria a Dios,
pues han llegado las bodas del Cordero y su
esposa se ha engalanado.
(Apocalipsis, 19, 7).
pues han llegado las bodas del Cordero y su
esposa se ha engalanado.
(Apocalipsis, 19, 7).
  
  
    
         Es la primera de las grandes
        figuras que nos ofrece la historia de la Iglesia española. Pastor de la
        comunidad cristiana de Tarragona a mediados del siglo III, venerado por
        los fieles lo mismo que por los paganos. Expuso muchas veces su vida en
        la peste que por entonces asoló el imperio, pero Dios le reservaba para
        el sacrificio más glorioso del martirio. Habiendo ordenado Valeriano,
        en 257, que todos los jefes de las iglesias ofreciesen sacrificios a las
        divinidades del Imperio, Fructuoso y sus diáconos Eulogio y Augurio se
        negaron a obedecer. En vista de su resistencia el gobernador dispuso que
        fuesen quemados en el Anfiteatro. El obispo subió a la hoguera con
        sereno continente, pronunciando estas palabras: "Es preciso que
        tenga en mi pensamiento a la Iglesia Católica, derramada desde Oriente
        hasta Occidente". Uno de sus discípulos nos ha conservado el
        relato de su interrogatorio y de su muerte con una sencillez
        maravillosa, digna de la grandeza del héroe. Es uno de los documentos
        más venerables de la antigua Iglesia española.